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sábado, 22 de octubre de 2016

Diosdado, “el kraken”. Por José Domingo Blanco (Mingo)


José Domingo Blanco (Mingo) / Noticiero Digital

No sé si reírme o sentir pena ajena. En una de sus tantas cadenas, Maduro amenazó “con soltarnos a Diosdado…” ¿para que nos asuste o lo defienda?

Debo confesarles que no recuerdo a quién, con exactitud, intimidaba de esta manera, pero fue así tal cual como estoy diciéndoles: ofreció liberar a Diosdado como quien suelta a una bestia furiosa para que se devore a una presa.

Y el comentario me pareció brutal –desde todo punto de vista– porque Nicolás, en medio de esa desesperación ciega que lo hace cometer estupideces, utiliza como defensa ante los ataques que se gana por inepto, con “soltar a Diosdado” para que arremeta contra sus detractores como si el diputado Cabello fuese un furibundo perro Rottweiler, encadenado y hambriento, de esos que tienen de mascota en los talleres mecánicos y que sueltan en las noches a manera de “guachimán”.

Supongo que comentarios de este estilo, emanados desde el Ejecutivo, pudieran ser un halago para Cabello quien, con su verbo y actuaciones, no hace más que fortalecer esa imagen de “bravucón de barrio” que con tanto afán cultiva. Supongo que gozará sembrando el miedo a su paso, porque el poder y la autoridad están de su lado. Pero, es mucho el alzadito al que tarde o temprano “le llega su sábado…o uno más arrecho que él que lo pone en su lugar.

Pero así es como gobierna esta gente. A lo malandro de las zonas de paz, que impone sus propias reglas usando como papel higiénico las hojas de la Constitución. El país actual, la Venezuela desmembrada y saqueada, está gobernada por el más selecto grupo de incapaces, que ha logrado transformarla en una réplica gigante de cualquiera de nuestras cárceles, en las que los pranes son la máxima autoridad. Los líderes negativos absolutos que imponen las reglas y el resto del penal, simples peones obligados a obedecer y a acatar. Poder, dinero (malhabido) y armas: esas son las herramientas que les permiten a los pranes tener el control. ¿No son acaso estas las mismas herramientas con las que cuenta la revolución? ¿No son las amenazas y las violaciones a la Constitución las características de quienes prefieren delinquir? ¿Cómo se tilda al individuo que, por sentirse guapo y apoyado, viola los derechos de sus subyugados y quiere exigirles que hagan su voluntad?

Este miércoles, para no ir muy lejos, en su programa Con el mazo dando –un nombre que ilustra muy bien la actitud camorrera de quien lo conduce– Diosdado aseguró que el referéndum revocatorio no va este año “y punto”… y que tanto la MUD como este proceso establecido en la carta magna, “rodó y muy feo”. Listo, no se diga más. Ya Cabello habló y sentenció que en 2016, por más que se cumplan con todos los recaudos, se superen los escollos y las trabas, no habrá referéndum. Porque este régimen sabe, como nadie, que ya no cuenta con el favoritismo de la gente y presentarse a unas elecciones significaría el fin de su estadía en el poder. Porque la necesidad de mantenerse gobernando a Venezuela y a los venezolanos “a como dé lugar” va más allá de lo que establecen las leyes. Porque para eso se han blindado y rodeado de gente fiel, con débiles principios y dudosa ética, capaz de retorcer las normas e interpretarlas para que siempre se adapten a los caprichos del dictador.

Y en medio de todo este caos siguen invirtiendo esfuerzo y dinero para fortalecer la política de amedrentamiento. Una política muy tenebrosa, que amenaza con negar las bolsas CLAP a quienes se les opongan. Porque el hambre, generada por la escasez y la inflación, es la soga al cuello del venezolano, en manos de los verdugos. Porque un régimen que obliga a sus empleados a faltar a las oficinas y a incumplir con sus horas de trabajo para que vayan a las marchas en respaldo a la revolución, deja ver su carácter dictatorial. Un desgobierno que le niega a los empleados de sus instituciones el derecho a la asistencia médica si descubre que firmaron en apoyo al revocatorio, o porque faltaron a alguna concentración, es a todas luces más totalitario que democrático.

Así que, no conforme con estas medidas intimidatorias, Nicolás amenaza con soltarnos a Diosdado, como si este fuese una especie de kraken y, a imagen y semejanza de la espeluznante criatura de la mitología, destruya con su furia a aquellos que se atrevan a llevarle la contraria.


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