Una Asamblea Constituyente debe ser el inicio de un nuevo y necesario, pacto social
ALFREDO YÁNEZ M. | EL UNIVERSAL
Una vez más se comienza a hablar de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Una vez más se comienza a decir que aceptarla, sería perder el tiempo.
"Si el problema se solucionara con una nueva Constitución, el país no tendría problemas, pues llevamos 26", es una de las frases recurrentes para demeritar aquel cónclave político ideológico que da forma a un pacto social.
El asunto radica en que, por más que se empeñen, unos y otros, en defender el articulado actual; queda claro que su aplicación -avanzada o no- no es posible en medio de las inmensas desigualdades existentes en el país y su correlación de fuerzas vivas; que no políticas.
La Constitución no es un instrumento jurídico que debe privilegiar a unos, en detrimento manifiesto de otros; ni mucho menos, puede convertirse en herramienta para fundamentar atropellos.
Sentarse alrededor de un proyecto de país, que incluya, jamás puede ser visto como un arma vengadora; y mucho menos como la reproducción en contrario de todo aquello que, por nefasto, hoy caracteriza la vida jurídica del venezolano.
Revisar artículos puntuales es tratar de coser retazos en una colcha que no se corresponde con las necesidades de una sociedad que ha visto descomponerse a su Estado de Derecho. Entender el contenido de la Constitución como perfectible, por partes, es no querer admitir que antes que enumeración de artículos, mucho antes que seguidilla de normas comunes; la Constitución debe ser un marco referencial que incorpore a todos; que nos defina a todos; que nos permita identificarnos con una propuesta objetiva; sin salpicaduras personalistas.
Dejarlo pasar; sin dudas, es ponernos a perder el tiempo.
@incisos