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viernes, 21 de octubre de 2016

La inflación sacó a la fanaticada de jonrón. Por Mercedes E. Rojas


Mercedes E. Rojas Páez-Pumar / @merce_rojas / Banca y Negocios

Las transmisiones por televisión no son escaparate de nadie: es evidente que los asientos del Estadio Universitario de la UCV se quedaron más fríos que la cerveza, porque está claro que la inflación no entiende de pasión o fanatismo.

La llegada de octubre anunciaba el comienzo de la temporada de beisbol, una actividad que está tan inmiscuida en la idiosincrasia del venezolano como la arepa. Ni la lluvia, ni las rivalidades lograron amainar el furor de los fanáticos que año tras año se congregaban, empintados con los colores de su equipo, para vitorear jonrones, compartir entre panas o amistades temporales que se estrecharon entre innings, disfrutar, vaso tras vaso, de una buena birra y devorar las delicias de la comida chatarra.

El bolsillo está adolorido y aunque la pasión es grande, la pelazón también lo es.

Daniela Rodríguez es una caraqueña de 28 años, fanática de los Tiburones. El estadio y la samba están entre sus primeros recuerdos de infancia. “Voy desde que soy chiquitica porque mi familia es beisbolera. La semana pasada fui al estadio y pagué por una entrada Bs 3.000,00. Para todo el mundo tiene que ser un golpe fuerte económicamente, puedes llegar a gastar más que en una ida al cine. No importa si vas o no a caerte a birras o a comer, igual representa un gasto importante, considerando que es una actividad que se hace en familia o en pareja. Los gastos se multiplican. Jamás había visto el estadio tan vacío, incluso dicen que es el año con más inasistencia en la historia. Hay promociones 2×1 en las entradas. Yo, que tengo toda la vida asistiendo a los juegos, nunca había visto algo así”.

Para los que solo han disfrutado de la emoción del beisbol a través de canales por suscripción y para los fanáticos que viven fuera, compartimos esta lista de precios:

Los vendedores tampoco están contentos y notan que la falta de público comienza a causar estragos en sus finanzas. Ricky* es un vendedor que debuta esta temporada introduciendo su producto a la variada oferta gastronómica. “El alquiler para todos los concesionarios de este año fue súper elevado. A pesar de todo, decidimos meternos en el estadio por primera vez porque siempre se ha vendido muy bien. Me parece que los precios de las entradas son muy elevados, lo que ha disminuido considerablemente la afluencia. Eso repercute directamente en la venta de comidas y cerveza. Uno que otro quiosco vende más o menos, pero los demás estamos críticos en cuanto a ventas, pues hasta la fecha estamos a pérdida. No ha valido la pena la inversión y tampoco el esfuerzo”, sentencia y se mantiene esperando que el Caracas-Magallanes le haga el milagrito.

No solo es caro, además cada vez los asistentes la tienen más difícil: los tres cajeros de interminables colas, que operaban en las afueras de las gradas, ya no existen. Si usted va a recrearse viendo un juego, le recomendamos llevar al estadio un saco de efectivo, aunque sabemos que conseguirlo será toda una proeza, aunque algunos pregoneros ya gozan de las ventajas de acarrear un punto de venta.

Ahora disfrutar de la emoción del beisbol es una actividad reservada para ocasiones especiales, esas que se hacen junto a la llegada de la quincena. Antes un fanático podía asistir a varios juegos, los abonados hacían amistades entrañables en su zona de asientos, la cerveza era barata y se consumía sin miedo, hoy en día la historia es otra. Compre chucherías y acomódese en casa, este año el beisbol se disfruta desde el sofá.

*El nombre fue cambiado para proteger la identidad del entrevistado


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