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sábado, 29 de octubre de 2016

Mataron a los pajaritos preñados. Por Fausto Masó


Fausto Masó / El Nacional

Los que destruyeron la democracia descubren que “la canasta básica se ha vuelto impagable para los venezolanos”. Se cayeron de la mata, dieron un gran salto adelante y cayeron en pleno pasado, quisieron transformar el país y hoy “los trabajadores venezolanos atraviesan la más grave crisis económica que hayan vivido, 90% de ellos no puede acceder a esa canasta básica”. Así se expresa una antigua dirigente obrera “Lamentablemente, las esperanzas que ciframos en ese proyecto revolucionario fueron traicionadas. Este régimen nos quitó el derecho a la libertad sindical y a la negociación colectiva, y nos ha estafado con el anuncio de aumentos salariales, como hace ahora”. Por culpa de estos ingenuos y del gran engañador, Hugo Chávez, el país se hundió.

Llegó la hora de los que creyeron en pajaritos preñados, confiaron en los militares, impusieron el socialismo y descubrieron el agua tibia. En Venezuela como siempre el militarismo es hoy sinónimo de hambre. Por eso afirman “Rechazar la decisión del Consejo Nacional Electoral de suspender el procedimiento del referendo revocatorio del mandato presidencial, desconociendo con ello la legítima voluntad de los ciudadanos que, de acuerdo con el propio Consejo, lograron cumplir con el requisito que exigía reunir, al menos, el 1% de las manifestaciones de voluntad de los electores para promover el referendo revocatorio”.

Esta revolución, como todas, desemboca en la miseria. De los discursos no se come; el país en manos de ignorantes no hace más que arruinarse. Nicolás Maduro no se dirige hacia ninguna parte, el socialismo del siglo XXI es una rémora en una época que ningún país sigue esos cantos de sirena. Cuando la Unión Soviética y la misma China buscan desarrollarse gracias a la libre empresa, Chávez y sus herederos se enamoraron de ideas propias del siglo XIX.

Todos pagamos la ignorancia política de los militares, el país enceguecido no reconoció que vivía su mejor época, se impuso un régimen tan atrabiliaria como el que impera hoy en Venezuela. No vamos hacia ninguna parte, no tenemos futuro, a menos que otra vez los civiles sean los que dirijan la política. Es muy difícil que los chavistas reconozcan su enorme error, que la izquierda comprenda su fracaso. Esa es la tragedia venezolana, estamos atrapados en manos de verdaderos ignorantes.

En pleno siglo XXI retrocedemos al siglo XIX por culpa de unos gobernantes atrasados, mal informados y que ignoran hacia dónde marchan. Así nada sale bien. Con discursos no se come. El atraso y la ignorancia se pagan. Hay que aprender de la historia, los militares venezolanos nunca han sabido gobernar. Cuando el país ha estado en sus manos, como en el siglo XIX y la primera parte del siglo XX el país cayó en el atraso. La historia se repite. Solo los militares que se dan su lugar, permanecen en los cuarteles y dejan gobernar a los civiles, no traen la miseria. Los militares mesiánicos infaliblemente llevan el país a la catástrofe. Lo sabemos y cada cierto tiempo repetimos el error. Ahora nos toca ir a paro y sorprendentemente me dicen que ha sido un triunfo. El país se detuvo, Maduro siguió hablando. Maduro habla que te habla, que fatalidad. Cuando se callará ese hombre y seremos felices.

Mataron hasta los pajaritos preñados, acabaron con el país y siguen hablando. Maduro se ha ganado un lugar destacado en el jardín de la ignorancia, la tristeza y la pesadez. Pobre Venezuela.


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