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lunes, 3 de julio de 2017

¿Qué sientes, Nicolás?. Por Carolina Jaimes Branger


Carolina Jaimes Branger / El Estímulo

¿Qué sientes cuando ves tantos asesinados a tu alrededor? ¿Qué sientes cuando ves a las fuerzas de seguridad convertidas en fuerzas de represión y muerte? ¿Y cuando ves a los padres llorando sobre los cadáveres de sus hijos?

¿Qué sientes cuando ves a tantos venezolanos protestando? Cuando ves a tus esbirros arrodillando, esposando y gaseando estudiantes, ¿te da placer?

Cuando manejas tu camionetota blindada con vidrios ahumados y paseas escoltado por los barrios más pobres y miras a la gente registrando la basura y llorando de hambre… ¿no sientes nada?…

¿Has visto los hospitales sin insumos? ¿Sabes cuántas personas se han muerto de mengua? ¿Crees que la crisis hospitalaria se resuelve reinaugurando una sala de partos en Maracay que quién sabe cuánto costó?

¿Qué sientes cuando lees las encuestas? ¿O es que no las lees para evadir? ¡Evadir no te ayuda en nada! ¡Más del 90% del país que piensa que tienes que irte porque no sirves!

¿Qué sientes cuando escuchas las acusaciones que te hacen? ¿Sigue siendo una opción hacerte el loco? ¿Qué sientes cuando escuchas que la gente se muere de mengua por la falta de medicamentos y decides que -a pesar de ello- no declararás la crisis humanitaria?

¿Qué sientes cuando escuchas –o te imaginas escuchar- los gritos de los torturados? ¿O es que ni siquiera te los imaginas?… ¿Qué sientes cuando escuchas las quejas día y noche, noche y día, quejas que no paran porque los problemas cada vez son mayores? ¿Qué sientes al escuchar salsa mientras el pueblo muere? ¿Ganas de bailar?

¿Y qué sientes cuando escuchas alabanzas que sabes que no son verdad? ¿Asco o aún te da placer? Cuando oyes sonar las cacerolas vacías… ¿qué sientes? ¿O sigues creyendo que suenan “para apoyarte”, como ya dijiste alguna vez?…

¿Qué sientes cuando hueles la traición? ¿Te asustas?… ¿Qué sientes cuando hueles que hay algo, que hay alguien –o algunos- que te están negociando, que te están entregando, pero no sabes quiénes son? ¿Entras en pánico o duermes como un bebé todavía?

¿Qué sientes cuando tu olfato político te dice que has fracasado estruendosamente y a pesar de ello sigues por el filo del barranco porque tu papá cubano te lo ordena?

¿Qué sientes cuando te llega el vaho de las bombas lacrimógenas que ahogan a tantos inocentes? Cuando te reúnes con tu cúpula… ¿hueles su desprecio o eres tan soberbio de pensar que sigues siendo el jefe, si es que alguna vez lo fuiste? Con los desmesurados ascensos militares, ¿olfateas lealtad o desprecio? ¿Y si olfateas lealtad, ni siquiera te da como cosita?…

Busca en nuestra historia, Luis Herrera Campins –de quien en su momento pensamos que era el presidente más impopular y ahora por tu causa hasta lo extrañamos- en una de sus perogrulladas dijo una realidad del tamaño de una catedral: “los militares están con el gobierno hasta que dejan de estarlo”.

¿Te has imaginado qué se siente cuando corre la sangre por la piel debido a las heridas de perdigones, de bombas lacrimógenas, o de balas? ¿Qué sientes cuando tocas tus bolsillos repletos de divisas en moneda dura? ¿Qué sientes cuando te dan palmadas en la espalda como símbolo de aprobación, pero tú sabes que lo más probable es que sean palmadas de traición? ¿Qué sientes con los abrazos falsos? Y las pocas veces que tienes contacto con personas en necesidad… ¿qué sientes cuando sus manos extendidas te tocan? ¿Ni un atisbo de remordimiento por haber creado este caos? ¿O seguirás insistiendo en que se trata de una guerra económica? ¿En algún momento habrás pensado dar vuelta atrás?

Cuando algún sigüí –pagado u obligado– te alaba… ¿a qué te sabe la hipocresía? ¿Qué sientes cuando comes algo que sabe rico? ¿No te da remordimiento pensar en tanta gente que se acostó sin cenar y que mañana saldrá de su casa sin desayunar? ¿A qué saben los desayunos, los almuerzos y las cenas que tu familia buchona come y gasta a manos llenas en comidas y bebidas, en viajes a donde nunca soñó ir?

¿A qué sabe el güisqui de 18 años que tú y tus panas toman y ofrecen como agua, sabiendo la precariedad que se vive fuera de sus recintos? ¿Sientes que eres superior porque puedes tomar remedios importados que la mayoría de la población no tiene porque no puede costearlos, o porque simplemente no existen?

Cinco sentidos para sentir y por lo visto, no sientes. No importa, porque pronto, Nicolás, sabrás a qué sabe la derrota…


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