MARCOS CARRILLO | EL UNIVERSAL
La noticia es clara e inequívoca: "Ajustan esquema zuliano de control al consumo semanal por persona" (EU 05.06.13). El secretario de Gobierno del Zulia, señor Blagdimir Labrador (así se llama el personaje), dijo que "científicamente" "...estamos estableciendo la cantidad -de productos- que pudieran adquirir las personas durante una semana".
No hay que agregar nada a lo citado, la lista de racionamiento va, lo que se discute es la forma. No es algo que debería extrañarnos. Recordemos que el propio Chávez, con el cinismo que lo caracterizó hasta su muerte, dijo que navegábamos hacia el mar de la felicidad cubana, es decir a la máxima ignominia de los ciudadanos a manos de un Estado capturado por un gobierno siniestro.
La medida tiene serias implicaciones de moralidad política. Por un lado, el principio según el cual quienes gobiernan son responsables civil, penal y administrativamente de sus actos se trastoca pues ahora se condena al ciudadano, es decir a la víctima, a sufrir las penas (en este caso la lista de racionamiento) que corresponden a un gobierno de victimarios. Son los ciudadanos quienes se ven forzados a soportar las consecuencias de un Estado carcomido por la infamia, la corrupción y la ineficiencia. Nada nuevo para quienes mantienen presos a Afiuni y a Simonovis.
Por otro lado, ni los ciudadanos, ni mucho menos la dirigencia política, pueden quedarse de brazos cruzados frente a este agravio. De hacerlo le pasará al país lo que le pasó a nuestras fuerzas armadas, que, por la indolencia y docilidad de sus oficiales, se tuvieron que uniformar con el atuendo cubano, les llenaron de chinos y rusos el fuerte Tiuna y sus oficiales son subordinados, sumisos y complacientes, de la oficialidad cubana.
Es una obligación de las fuerzas democráticas rebelarse ante este hecho que puede significar el giro definitivo hacia el oprobio castrista. Para ello es necesario que la dirigencia política comience desde ya a organizar estrategias políticas que con la mayor firmeza confronten esta situación. Es impensable que el liderazgo democrático se vaya a limitar a dar declaraciones de prensa ante este hecho. Es necesario organizar fórmulas de lucha no violenta que no permitan que el Estado siga avanzando en esa dirección.
Como en todo estado totalitario habrá represión para evitar la defensa de la democracia, pero la dirigencia junto a los ciudadanos debemos encararlo con valentía y determinación. Ha quedado demostrado a lo largo de estos años que ante una sociedad debidamente organizada, firme y con objetivos claros el gobierno retrocede.
Cada día se nota con más claridad que el destino de este país está en las acciones tangibles que la sociedad civil y la dirigencia política realicemos contra el avance del totalitarismo. La época de ver la revolución televisada ha pasado. O se planifican estrategias definitivas para el retorno a la democracia o veremos la revolución no por televisión sino viviendo en nuestras casas.
mrcarrillop@gmail.com / @carrillomarcos
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