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miércoles, 10 de enero de 2018

¿Candidato presidencial? ¿Cómo para qué?. Por Carlos Blanco


Carlos Blanco / @carlosblancog / EL NACIONAL

La compulsión por repetir los errores es una neurosis establecida en varios sectores de la oposición. Eso de escoger un candidato presidencial para unas elecciones, que si Maduro todavía está allí hará a su medida, suena extemporáneo y contradictorio con la actual tragedia de hambre y muerte.

Si sigue entronizado en Miraflores, con un Alto Mando Militar de vergüenza, un suprapoder en la constituyente y los del CNE controlados –sean estos o los otros, los de la “negociación” –, cualquier elección de cualquier tipo será “ganada” por el régimen imperante, especialmente si es presidencial. Se ha demostrado de manera inclemente en 2017: hicieron su constituyente en la sastrería cubana, realizaron sus elecciones de gobernadores para ganarlas con los propios y los cuatro prestados, llamaron a elecciones de alcaldes y se quedaron con lo que les dio la gana. Todas esas elecciones eran para instituciones en las que no había problemas en repartir un poco de aquí y de allá, para disimular; pero, nada. Se quedaron con el lomito, el solomo, el lagarto, el bofe y el pellejo.

Son hechos. Hay unos tontones que estiman que, dado el descontento que llega hasta la alcoba de los nuevos empolvados, ahora Maduro sí entregaría el cetro de su podrido reinado. No habría sino que escoger al candidato unitario de una MUD que solo sobrevive en sus lánguidos y acanémicos comunicados. Candidato que sería machacado, triturado en esas elecciones, pero que pretendería crear una suerte de nueva esperanza por aquello de que “yo solo tengo el arma del voto”, “los que se oponen al voto que tomen Miraflores con fusiles” y otras idioteces al uso.

La cuestión que eluden quienes quieren tener candidato presidencial ya es que no habrá elecciones competitivas sino hasta que Maduro salga del poder, y cuando este acontecimiento ocurra ha de venir un período de transición que ponga cierto orden en la moña, que reorganice el sistema electoral y ponga sobre sus pies la economía. En ese proceso se reorganizarán los actores políticos, surgirán unos nuevos, se eclipsarán otros, y unos cuantos se transformarán. El país que asistirá a unas elecciones presidenciales en el marco de la transición será distinto y carece de sentido volver a poner la carreta delante de los bueyes.

Lo primero es lo primero: la salida de Maduro del poder. Y si no sale no hay ninguna posibilidad electoral real. Cuando se restablezca la república habrá elecciones democráticas; no antes.

Candidatos desesperados colectando recursos para su gloria, tranquilidad, por favor.


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