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viernes, 23 de agosto de 2013

Partida en pedazos, agoniza Globovisión. Por José Mayora



JOSÉ MAYORA | EL UNIVERSAL

Quien haya puesto en duda el destino final de Globovisión después de su venta, peca de una ingenuidad imperdonable por estos días. Solo piensen en lo siguiente, qué inversionista privado, no asociado con las esferas gobernantes, va a invertir dinero en una empresa, objetivo político del gobierno, que está técnicamente quebrada.

Sabido lo anterior, debo dejar claro que entiendo a quienes desde adentro se aferraron a sus espacios y no los entregaron desde el primer día, pues la opinión pública los hubiese crucificado. Ellos resistieron hasta donde podían hacerlo y lo hicieron ¡bravo por ellos! Por supuesto que quienes aún quedan dentro del canal, deben ser entendidos pues ellos pertenecen a un sistema social en el cual el empleo es fundamental.

Frente a la transformación de Globovisión, la pregunta pertinente es si al gobierno le conviene que el pueblo esté informado, pues cada golpe que se le asesta a los medios de comunicación, tiene como objeto limitar la información en manos de los ciudadanos, los verdaderos perdedores.

El espacio dejado por el medio referido será inmediatamente llenado con información manipulada, confeccionada en laboratorios expertos, que difundirá lo que el gobierno pretende se tenga como verdad oficial. Desde ahora y con mayor vigor, el gobierno creará contextos basados en estereotipos, efectos reflejos, percepción selectiva y proyecciones a partir de cuyas distorsiones el oficialismo enjuiciará las conductas disidentes.

En honor a la verdad, con todas las máculas que se le hubiesen podido endilgar a Globovisión (o a RCTV), los que se encontraban en el radio de su cobertura, han perdido una ventana a través de la cual ver lo que ocurre o expresar lo que piensan. En estricto sentido, una parte importante de la sociedad venezolana debiera hoy estar de luto por tan irreparable pérdida.

Pero no me refiero a la pérdida del canal de marras, me refiero a la pérdida de terreno en esta lucha emprendida por el gobierno revolucionario, especie de suma cero, mediante la cual todo lo que ellos van ganando es porque los demócratas lo van perdiendo. La inseguridad nos quitó carreteras, parques y plazas y nos confinó a las 4 paredes de nuestras viviendas; el desabastecimiento y la escasez nos ha quitado nuestra posibilidad de elegir; el secuestro de los poderes públicos nos ha quitado el carácter de iguales frente a la ley; finalmente con el cierre de las ventanas informativas nos han quitado la luz del día.

Frente a todo lo que nos han quitado aún nos queda lo que no podrán quitarnos que es el derecho a ir a votar. Cierto es que el sistema está diseñado para desestimular el voto no oficialista pero, como en cualquier sociedad de consumo, el volumen es lo que cuenta y si tal cosa no fuera cierta, ¿por qué creen ustedes que hay tanto interés en desestimular el voto democrático?

Cuando el desmedido afán de lucro y la escasez de escrúpulos se asocian, la democracia sale perdiendo. Quienes así actúan sólo están pendientes de proteger sus cosechas de destrucción. En el socialismo del siglo XXI, después de la partida del cada vez menos recordado líder omnipotente, a quienes confiaron el cuidado de la menguada cosecha, no pasan de ser espantapájaros que no pueden asustar a quienes están convencidos que mientras tengan manos para depositar su voto, hay esperanzas, así el aniquilamiento de Globovisión contribuya con la hegemonía comunicacional.

Mayora.j@gmail.com


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