Por Luis Vicente León
¿El Gobierno ya sabe cómo será el nuevo esquema cambiario?
Definitivamente no. Lo único que se tiene claro desde el gobierno es que el actual sistema cambiario es imposible de sostener. La crisis económica se ha caracterizado por una situación de inflación y desabastecimiento que ningún país puede resistir sin que su gobierno pague altísimos costos políticos a largo plazo. Y en el contexto actual cualquier flexibilización es un riesgo político que comienza en las acusaciones de devaluación que vendrán desde todas partes.
¿Cuáles son las opciones que tiene el gobierno?
Ninguna opción que no sea liberar la moneda es una opción moderna, pero sabemos que en estos momentos no estamos debatiéndonos entre lo moderno o lo primitivo, sino entre cuál tipo de primitivismo nos haría menos daño. Y en este caso, el Ejecutivo Nacional tiene dos opciones fundamentales.
La primera es el surgimiento de un esquema de permuta donde el gobierno coloque bonos de deuda venezolana en dólares, provenientes del Banco Central de Venezuela, PDVSA o la Nación. Pero los colocarían de manera regulada: sería el gobierno quien decidiría a quién, a cuál monto y en cuánta cantidad se asignarían estas divisas. Un sustituto de SICAD o SITME, sin permitir fluctuación en el valor del “nuevo dólar”, ni libertad en el tipo de cambio. Sería una devaluación del modelo que ya existe, que encarecería el dólar y permitiría al gobierno obtener más bolívares sin liberar el mercado. Esta opción no elimina el mercado negro por una razón básica: automáticamente, apenas el gobierno le impida a cualquier persona o empresa obtener divisas, surgirá un mercado negro para todo lo demás. En síntesis, sería aumentar los costos sin resolver el problema: es correr con todos los costos de un devaluación y salvar la ideología, sin resolver absolutamente nada.
La segunda opción es que se mantenga un tipo de cambio múltiple: el dólar a Bs. 6,30 en CADIVI y a Bs. 10 en SICAD, pero con el surgimiento de un nuevo mercado, libre y flotante, que se vería como una legalización del mercado paralelo donde incluso el gobierno podría participar con oferta de bonos y hasta colocando divisas propias si quiere, permitiendo que los dueños del capital privado y los importadores puedan participar. En este caso sería importantísima la oferta del gobierno, la oferta de los exportadores y la oferta de las empresas de construcción y petroleras privadas que podrían colocar sus dólares acá al despenalizarse el mercado negro y poder operar con reglas claras.
¿Quiénes están a favor de cada opción y cuál es más probable que se apruebe?
Obviamente, todos los pragmáticos (incluyendo al Ministerio de Finanzas y a los principales del Banco Central de Venezuela) están de acuerdo con un sistema permuta más abierta y flexible. Creen que el precio de este “nuevo dólar” podría estar por debajo del negro pues se ampliaría la oferta y participaría el capital del gobierno. De esta manera, el dólar negro desaparecería al ser sustituido por este nuevo mercado. Sería un regreso transparente a la permuta. Al incrementarse la oferta y legalizarse el sistema, los precios bajan y reducen las presiones. Ahí, en esa opción, debe estar el apoyo de Merentes.
Sin embargo, a favor de la primera opción estarían los radicales ideológicos, quienes han sido usualmente capitaneados por Jorge Giordani. Ellos afirman que abrir el mercado no resuelve nada, obligando a que en el corto plazo el gobierno importe el 100% de las mercancías que se consumen en el país y así hacer que el tipo de cambio sea casi irrelevante, ya que el gobierno tendría todos los dólares y la mercancía de primera necesidad, con un mercado especial de divisas para los productos no esenciales, pero que siga regulado. Un tipo de cambio libre para ellos es una devaluación que empobrece al pueblo y motiva la fuga del capital, pero este sistema resulta imposible de sostener: no resuelve el problema y hace que el país se gaste sus reservas y riquezas sin obtener beneficios.
¿Por qué el dólar negro ha subido tanto de precio?
El negro sextuplica el precio del oficial por dos razones: no hay oferta de divisas y el mercado paralelo es ilegal. Las personas están dispuestas a pagar lo que sea por los productos que no se consiguen, pero además deben pagar más si quien les consigue ese producto está corriendo un riesgo por estar fuera de la Ley.
Si no hay confianza y el dólar negro está desbordado, ¿liberar el mercado no haría que se vayan todos los dólares del país?
Esta duda parte de un error conceptual: la demanda de divisas hoy es infinita, pero lo es porque el precio oficial es regalado. Y si un producto apetecible se está regalando, los compradores lo querrán todo. La demanda del mercado negro, que como hemos dicho sextuplica el oficial, es finita y por eso se vuelve inestable y sigue aumentando. Si se abriera el mercado y permiten que la divisa flote, el precio va a subir hasta enfrentarse con la oferta y la demanda: al aumentar el precio del dólar, se reducirá las cantidades demandadas automáticamente. No es verdad que la gente cambiará todos sus bolívares en dólares. Lo que sucedería es que habría que replantear un precio que equilibre la oferta y la demanda. No se van todos los bolívares, sino que la moneda se va a devaluar hasta donde deba de acuerdo con la cantidad de dólares que se oferte y el riesgo que los tenedores del capital vean en el país.
¿De dónde va a salir el dinero para suplir esa oferta de dólares?
A pesar de que el gobierno tiene problemas de reservas, no es verdad que la oferta de divisas de ese mercado tiene que venir de las hoy mermadas reservas internacionales. Si dependiera de eso, el gobierno estaría en aprietos mucho más severos de lo que está realmente. Este capital vendría de fuentes diversas, como la deuda, bonos y una reducción en la asignación de divisas oficiales, que ya no serán entregados por CADIVI. Y, en buena medida, la oferta vendrá de bonos del BCV, bonos de PDVSA, bonos en poder de los bancos públicos y empresas del Estado, emisión de nueva deuda y flujo de caja petrolera.
¿A qué valor se puede ubicar el dólar?
Eso es impredecible. No hay forma de saber cuál será el precio de equilibrio porque, a estas alturas, ningún cálculo económico es válido. Cualquier fórmula que salga es conjetura incierta, paja. El dólar va a valer lo que el mercado esté dispuesto a pagar. Si el gobierno convence al mercado de que va a ser serio en la liberación del mercado cambiario, en mantener la flotación y la oferta de divisas, es probable que el precio final sea menor al precio del mercado negro de hoy. Pero si el gobierno lo que intenta es un maquillaje y controlar este nuevo esquema cambiario, es inevitable el surgimiento de un mercado alternativo que puede ser mucho peor que el actual.
¿El dólar puede bajar y mantenerse por debajo del precio del negro actual en el tiempo?
Probablemente no. El tipo de cambio es como un diente: cuando el ortodoncista lo mueve a juro, intenta regresar a su posición original. Entonces hay que colocar los retenedores casi permanentemente.
El tema central es que devaluar es una acción indispensable, pero que por sí sola no es suficiente. Si no acompañan esto con una reestructuración de la política fiscal, del gasto público y de las políticas monetarias (es decir: la cantidad de bolívares que circula en nuestra economía), lo único que estarían haciendo es reconocer una nueva devaluación sin corregir los desequilibrios, lo que garantiza nuevas devaluaciones. Así las cosas, el mayor logro que puede aspirar el gobierno actual es frenar la subida del dólar. Ya eso sería un enorme beneficio.
La única manera de estabilizar la economía es reconocer el error, reestructurar el sistema, abrir el mercado y corregir la política fiscal y monetaria. Siempre hay costos cuando se cometen errores, pero si el gobierno pretende no asumir los costos políticos estará, simplemente, volviendo a devaluar la moneda sin resolver nada.
Cuando te pica, puedes rascarte. Si te vuelve a picar, puedes rascarte de nuevo. Pero hay que espantar al mosquito en algún momento, o te va a seguir picando.