OFELIA AVELLA | EL UNIVERSAL
Hace unos días, revisando rápidamente mi twitter, leí una noticia que, aunque bastante probable, me dejó pensando un rato: "Maduro espera acabar con toda la corrupción que dejó el presidente anterior". Aunque me pareció probable, un pequeñísimo margen de improbabilidad me obligó a retroceder para releerla, pues también rápidamente me pregunté: "¿Y el presidente anterior no era Chávez?". Mi sorpresa fue grande cuando, al reencontrar la noticia, constaté que era un tweet del Chigüire bipolar: de ahí el pequeño margen de improbabilidad que me dejó pensando y me hizo retroceder.
Lo gracioso, pero dramático a la vez, fue que lo leído me pareciera más probable que improbable. Vivimos, sí, en un país donde lo que parece cierto es mentira y lo que parece mentira es cierto. ¿Cuán poco probable "debería ser" que al ver el capítulo de la isla presidencial Maduro objetara que él no era tan gordo ni tan bruto así como lo pintan? Esta observación podría haber sido un tweet del Chigüire mostrando aquello que no "debería haber" ocurrido: "Maduro sobre isla presidencial: ‘me ponen muy gordo y no soy tan bruto así'". Lo gracioso es que ocurrió y es, de hecho, un tweet del Chigüire en el queda poco espacio para distorsionar la realidad, pues Maduro efectivamente dijo lo que debería haber sido improbable que dijera.
Uno debe leer los tweets lentamente, pues cabe confundirlos si se leen con rapidez. ¿Es o no es probable que este gobierno anuncie y decrete que luchará contra la corrupción? Aunque la noticia parece del Chigüire, es cierta; por eso el Chigüire tendrá que ingeniárselas para ver cómo logra hacer parecer más irracional aún que un gobierno tan corrupto decrete que luchará contra la corrupción. ¿Es o no probable que el PSUV nombre a un político preparado y con gestión como nuevo animador del kino? ¿No es eso tan probable y tan improbable a la vez, como lanzar a Winston Vallenilla para alcalde? ¿Qué tan irracional suena que el Plan Patria Segura asesinará a gente preventivamente? ¿Que el gobierno se endeude con el capitalismo para financiar la lucha contra el capitalismo? ¿Que se promulgará una nueva ley para regular compra y venta de alimentos que próximamente escasearán? ¿Que Cadivi anuncie con satisfacción que finalmente logró amargar a toda Venezuela? ¿Que los venezolanos hacen colas que finalmente terminan en nada? Podríamos seguir con muchos más ejemplos de noticias que parecen probables e improbables al mismo tiempo. Podríamos decir que parecen ficticias, pero no "tanto", pues si bien Cadivi no anunciará que logró amargarnos, realmente lo hizo y uno intuye que deseaba hacerlo. Si bien es cierto que el Plan Patria Segura no anunciará asesinatos preventivos, habría que preguntarse por la razón de la muerte de tantos venezolanos asesinados de un modo tan arbitrario. Matar sin razón aparente, por razones absurdas o sin ninguna razón, ¿no es matar "preventivamente"?
La ironía raya con el drama. Se funda quizás en él, pues se ironiza sobre aquello que pareciendo irreal es, no obstante, cierto. ¿No habla Maduro, de hecho, con un pajarito? ¿No luchan los corruptos contra la corrupción? ¿No podrían sancionarnos o incluso matarnos por opinar distinto? ¿No se le saca fotocopia a cada dólar o euro que se nos permite "tocar"? ¿No mandan los cubanos en Venezuela?
El Chigüire nos ayuda a relativizar lo que ocurre, a sobrellevarlo, a reírnos un rato. Quizás ayude a los instauradores de esta bipolaridad en que vivimos, producto de la adicción al poder y la mentira, a captar cuán confusa han vuelto la vida de los venezolanos, pues el bipolar no es el Chigüire, sino el país. Los bipolares son quienes han impuesto este modo insólito de vivir: insólito por rayar en la contradicción y en la locura. Ayuda mucho leer el Chigüire, pues paradójicamente uno capta lo absurdo que es este gobierno por una vía inusual: la de una ironía que nos mantiene, quizás, más cuerdos, a que si nos limitásemos exclusivamente a leer la prensa seria.
Ofeliavella@gmail.com