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martes, 22 de octubre de 2013

La oposición debe cambiar el discurso. Por Orlando Viera Blanco


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ORLANDO VIERA-BLANCO | EL UNIVERSAL

La estrategia de pugnacidad o suma-cero (estás conmigo o no existes), implementada por Chávez desde su salida al ruedo político en 1998 (candidato presidencial), dio resultado en el marco de una sociedad que anhelaba un nuevo orden. Estando en el poder aplicó la máxima, divide y reinarás, una fórmula "rendidora" para asegurar el mando, sobre la base de un adversario agotado, descalificado y sin vigencia. La pregunta clave en estos momentos sería ¿Seguirá la pugnacidad generando dividendo político al chavismo? Y para la oposición, ¿la confrontación es el camino?

Debemos evaluar si existe una mayoría real que apueste a un nuevo orden político-social en Venezuela. Cuando Chávez dio el golpe de estado en F-92, al menos un 80% de la población clamaba un nuevo modelo. Y la instauración de un nuevo orden pasaba inevitablemente por la liquidación del bipartidismo personificado en AD y Copei. Trabajos cualitativos de la época demuestran que en la medida que candidatos como Sáez, Alfaro, Salas Römer o Claudio, criticaban a Chávez de golpista y militar, el hombre del por ahora -que arrancó la contienda-1997- con un 5% de popularidad (contra 65% de Irene Sáez), subía como espuma, tildado de insurrecto, porque le adjudicaba un carácter radical capaz de barrer con el binomio bicolor... Por ello el gran error de Irene Sáez fue aceptar la invitación de Herrera Campins y Mendoza como candidata de Copei. Con ello pasó de ser una legítima outsider independiente a una militante verde, secuestrada por un establishment en decadencia.

El trabajo de Carrasquero, Frederich y Welsh (La legitimidad de la democracia en Venezuela: 2001), demuestra cómo la relación de propaganda política -en 1998- entre Salas Römer, Alfaro y Sáez vs. Chávez, comportaba una relación en el mapa noticioso y publicitario, de 10:1. Es decir, el centimetraje de prensa, publicidad y/o hits en TV de los candidatos convencionales, superaba 10 veces los registros mediáticos de HCHF... Pero el que subía era Chávez. El criticismo exponencial contra aquel hombre de cachucha y oliva, lo identificaba con el gran caudillo gendarme (ergo Pérez-Jiménez) y lo catapultaba indeteniblemente... Calificarlo de reaccionario o golpista lo colocaba como el paladín vengador, capaz de acabar con el antiguo régimen cogollista y elitesco, utilizando el ardid constituyente. A "ese plan" se plegaron intelectuales como DeViana, Olavarría o Villanueva y empresarios como Cisneros, Miquelena o Boulton, a la postre arrepentidos por no escuchar la voz consciente del Dr. Carlos Machado exministro de Inteligencia, que alertaba cómo un transgresor a la CN no podía ser Presidente... Después de 15 años aún subyace ese reflujo histórico, azuzado de reparto, asistencialismo y empoderamiento. El pueblo aún no redime el maltrato de otros tiempos, por lo que un discurso de confrontación, no desanuda sino repliega más.

La oposición se ha enfrascado (y entrampado) en un careo sin cuartel, dándole caña a una polarización inconveniente. Y quien ejerce el poder total sobre las instituciones, conserva mayor chance de seguir en el mando, avivando la dialéctica. No abogo por un discurso de paz y amor porque la Venezuela de hoy -violentada y fatigada- no cree en la palabra redentora de la oposición, la cual no percibe sincera. Sin embargo proponer una tregua política para consensuar medidas económicas urgentes que nos saquen del atasco, es a lo menos una aproximación noble y potable, para un chavista aún radical, que sabe que el chavismo sin Chávez solo sobrevivirá si liberan y dan entrada a lo privado. El lenguaje criticista e implosivo potencia la ansiedad y pone a la oposición de conspiradora... En ese escenario el verdugo, es víctima.

Venezuela aún no ha madurado el frenesí igualitario, rebelde y revanchista que se instaló en 1998. Y gran parte del pueblo no olvida el abandono y la miseria que le atribuyen a AD y Copei. Un sector grueso de esa población resentida aún espera recibir su porción compensatoria al sufrimiento por décadas... Los líderes de la oposición deben hacer comprender a sus seguidores que ese pueblo lleva en los genes el olvido. Y no se les puede seguir llamando ignorantes o vividores, porque lo que es ignorancia es el desconocimiento mordaz de cuánto dolor y violencia brota de la indiferencia y la relegación que padecieron. La oposición debe llevar a sus simpatizantes por el camino del acercamiento a la pobreza, debe asumir una autocrítica valiente, humilde y frontal de por qué el desposeído aún no siente empatía, pertenencia o familiaridad con un sujeto despreciativo, excluyente y personalista, prefiriendo sobreadaptarse al caos y la milicia, que darle un voto de confianza a una nueva democracia.

La oposición debe emplazar al chavismo a bajar la guardia, aun cuando lo rechacen. Presenten iniciativas, aportes y acciones concretas. Luce idílico pero el camino es el consenso. El país aún no clama un nuevo orden, pero sí un nuevo liderazgo que haga ver el crudo origen de nuestra fractura para poder pegar los platos rotos.

vierablanco@gmail.com

@ovierablanco


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