ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
El filoso cuchillo hegemónico se yergue en contra de la vulnerada Constitución Nacional. La Carta Magna reducida al triste papel de un montón de párrafos estrangulados en el reclusorio más atroz. La denominada Ley Habilitante es la muerte de nuestro Estado de Derecho, es investir de poderes estratosféricos al presidente ilegitimo para que gobierne por encima del bien y el mal. La dictadura muestra su verdadero rostro, oculto tras el montón de elecciones sospechosas. Eventos electorales que fueron el resultado de un brutal ventajismo oficial, que colocó el portentoso poder de un Estado en contra de opciones democráticas castradas en oportunidades equitativas. Ante el creciente rechazo que experimenta el régimen, éste decide avanzar en una política que busca conculcar todas las libertades para terminar de imponer la dictadura perfecta. Les incomoda en grado sumo que millones de venezolanos rechacen el Estado totalitario y policial que planean desde hace quince años.
Los sueños despóticos hacen su aparición. La revolución chiflada quiere terminar por liquidar al adversario, ya no les basta con tener secuestrado los poderes hasta el grado de no percibirse algún rasgo de autonomía. Su interés es dejar las caretas dizque democráticas para buscar el aplastamiento total de la mayoría de los venezolanos, este instrumento es el corazón que motivará toda la acción totalitaria y que coordinarán con la cofradía de entes al servicio de la dictadura comunista. Ellos funcionan como una corte de incondicionales que responden a la estrategia de un gobierno absolutamente incapaz y corrompido. Órganos sin ninguna moral para marcar un derrotero ejemplar. Sus decisiones muchas veces causan profunda desazón en los sectores decentes del país. Ahora facultarán a Nicolás Maduro para que termine de destruir nuestro futuro. Un funcionario gris sin mayor capacidad para dirigir los destinos de la nación, que teniendo este instrumento en la mano abonará el terreno para instaurar a Cuba en Venezuela. Vendrá la persecución feroz en contra de líderes opositores a quienes los acusarán de corruptos para usurpar sus espacios obtenidos de forma lícita. La revolución sabe que ante su sostenido deterioro en el fervor popular tiene que apelar a estos recursos.
Para tratar de encubrir la intención han comenzado a perseguir algunos corruptos importantes del régimen sin rozar la cúpula podrida. El pésimo alcalde de Valencia, Edgardo Parra, fue llevado hasta el Sebin por hechos dolosos. En el amplísimo garaje de su casa se encontraron: diez camionetas nuevas, un yate y hasta tiene un jet privado el sacrificado revolucionario que llegó al gobierno limpio de perinola. Nos preguntamos: ¿Es necesaria una Ley Habilitante para actuar contra la corrupción? ¿O será que lo importante es perseguir a los demócratas fundamentales, disfrazando la intención con detenciones como la hecha en Valencia?
El régimen se juega la supervivencia en el tiempo, sabe que su decaimiento hará posible que el proceso revolucionario sucumba de manera irremisible. Por ello tratar de liquidar al adversario es la apuesta para los tiempos por venir. El dinero no les alcanza para lograr sus propósitos, tampoco cuentan con Hugo Chávez para que los envuelva con inciensos de ilusión y la prolongación de una mentira, que con pomposos discursos de invasión alienígena los mareaba. La Ley Habilitante es un instrumento ideal para sostener la caída.
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