La mitad de Europa cayó en manos del comunismo soviético. La gigantesca China y Corea del Norte optaron por la misma opción. El marxismo debe ser algo bueno, pensaba para entonces
Ernesto García Mac Gregor / La Verdad
Era un niño cuando finalizaba la II Guerra Mundial. La mitad de Europa cayó en manos del comunismo soviético. La gigantesca China y Corea del Norte optaron por la misma opción. El marxismo debe ser algo bueno, pensaba para entonces. Ya siendo adolescente, presencié como el Ejército soviético invadió y aplastó el levantamiento húngaro masacrando a la población y reimponiendo a la fuerza el dominio soviético.
Para ese tiempo ya se hablaba de los crímenes de Stalin, quien con su Gran Purga eliminó a millones de camaradas en las estepas rusas. Sin mencionar la expropiación masiva de las tierras que dio lugar a una hambruna que mató a millones de ucranianos. Según el Gobierno, “fue una medida necesaria para acabar con el acaparamiento y el sabotaje de alimentos”. ¿Les suena? También se mencionaba el fracaso del “Gran Salto Delante” de Mao, que provocó otra hambruna que mató a 30 millones de chinos. Ambos dejaron a Hitler como niño de pecho.
Y fue el Muro de Berlín en 1961, mejor conocido como Muro de la Vergüenza, el que en definitiva demostró el fracaso del paraíso marxista. Años después vendría la debacle comunista en el ámbito mundial. Los ejemplos más patéticos y ejemplarizantes fueron las dos Alemania, las dos Coreas, las dos Vietnam. Las comunistas, fracasadas y subdesarrolladas; las capitalistas, exitosas y primermundistas.
Stalin fue sacado de su mausoleo y execrado fuera del Kremlin; su hija se refugió en EEUU. Las ciudades de Stalingrado y Leningrado perdieron su nombre. Mao fue inculpado de muchos males, su viuda condenada a muerte por traición y su nieta tiene hoy en día un patrimonio de 620 millones de euros. Después de 70 millones de muertes por el comunismo, China cuenta con 251 capitalistas multimillonarios, cada uno con más de mil millones de dólares en sus cuentas privadas. Un exministro de Comercio y secretario general del Partido Comunista chino fue condenado hace dos semanas a cadena perpetua tras ser declarado culpable de soborno, malversación y abuso de poder. Así y todo, los chavistas quieren imponer el comunismo. Que oiga quien tiene oídos…