¿Cuál es el riesgo mayor de que mi análisis esté equivocado? Que la ignorancia los lleve al suicidio...
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
La pregunta que dejamos la semana pasada es: ¿tiene razón el mercado dándole a los bonos venezolanos categoría de basura o vuelve a sobreestimar el riesgo país, contaminado por las acciones radicales del chavismo, que sin embargo no ha dejado de reconocer sus obligaciones de deuda pública externa (aunque sí las deudas comerciales)?
La situación del país se ha deteriorado y es natural que los tenedores de bonos estén nerviosos. Por una parte, el mercado percibe que la estabilidad del gobierno de Maduro es inferior a la de Chávez y que existen riesgos de implosión o de rebelión popular ante la crisis. Los eventos sucedidos empeoran las proyecciones. Por otra parte, la negativa del Gobierno a tomar acciones económicas racionales hace que un operador financiero, sentado en New York, Londres o Hong Kong, termine por decir: "esto no se ve bien, no lo entiendo y mejor salgo de ahí antes de que me pise las que te conté" (¿cómo se dirá pelotas en chino?).
No los culpo, pero ahora les cuento lo que pienso (con igual riesgo de equivocarme). La probabilidad de que el Gobierno haga un default existe, pero es inferior a la que el mercado le está atribuyendo.
Después de muchas conversaciones con tenedores de deuda, siento que están invadidos por el efecto papel toi-lette: "si en Venezuela no tienen con que limpiarse, menos tendrán para pagarnos la deuda". Suena lógico, pero no es cierto. No hay suficiente papel, ni leche, ni azúcar, ni aceite, ni harina, no porque no haya ingresos suficientes en divisas sino porque hay un modelo intervencionista y controlador que llena de distorsiones el sistema y colapsa la oferta y la demanda. Que ante la negativa de devaluar para evitar los costos políticos, han privilegiado una estrategia de recortar las asignaciones de divisas y las importaciones para equilibrar por la vía del volumen la balanza comercial y de pagos. Las exportaciones petroleras siguen estables y los precios altos. El flujo es suficiente para enfrentar el pago de deuda externa y las importaciones convencionales (a menos que sigan regalando las reservas a BsF/$ 6,3). Las deudas comerciales vencidas probablemente serán negociadas a descuento con acreedores y pagadas con deuda nueva, luego de varios años sin emitir alguna, pero el retraso en el pago puede colapsar el abastecimiento interno. No obstante, los bonos tienen estímulos para ser pagados. ¿Por qué? Porque los activos de la nación en el exterior son gigantes y se pondrían en riesgo de embargo. Porque los buques de Pdvsa pasan diariamente por los territorios de los acreedores que quedarían guindados. Porque los pagos petroleros vienen de bancos internacionales que podrían recibir ordenes judiciales de congelar envíos de dinero al país y porque Venezuela no se puede dar el lujo de cerrarse las puertas al financiamiento internacional. Sería mil veces más probable que el Gobierno finalmente devalúe y reduzca el gasto público interno, antes de "defaultear".
Entiendo la desconfianza que genera el no reconocimiento de las deudas comerciales (que algunos llaman default interno) y es probable que sea cierto que el flujo de caja no dé para pagar todo eso. Pero brincar de ahí al default de deuda externa es un doble salto mortal. Primero porque es precisamente el deseo de garantizar los pagos de deuda externa, que tienen compromisos legales en el exterior, lo que está complicando el pago interno. Es obvio que el Gobierno privilegia la deuda externa sobre la local.
¿Cuál es el riesgo mayor de que mi análisis esté equivocado? Que la ignorancia los lleve al suicidio (una tesis no despreciable) o que el precio del petróleo se derrumbe. Pero ahí pasamos al departamento de Hermes el Iluminado.
@luisvicenteleon
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