El país parece un video donde se muestra en pantalla un juego de beisbol completamente loco...
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Las proezas que hay que hacer para conseguir productos esenciales hoy son epopéyicas. Hay que tener leche para tener leche. Un litro de aceite (en el mercado negro que es donde hay) vale más que la palabra de quienes ofrecen resolver el problema. Las acciones del gobierno son contra las consecuencias, sin tocar las causas. Algo así como: "Vamos a cerrar los negocios que cierren y a controlar los precios de los bienes que no hay". "Línea aérea que se vaya, porque no les pagamos sus dólares ni respetamos los acuerdos, se va para siempre". "Panadería que no tenga pan porque no consigue trigo, cerrada está". "Vamos a crear una tarjeta supersónica del amor, con premios más atractivos que tiro al blanco en feria de Tovar, que racionará los días que puedes comprar en Mercal y Pdval y las cantidades de productos que te puedes llevar, pero que no es una tarjeta de racionamiento, quien diga que racionar por tarjeta es crear una tarjeta de racionamiento, conspirador será".
Y mientras anuncian la inflación más alta de América Latina, la escasez más perversa que recordamos, la caída en la producción y el empleo y los conflictos que mantienen el país convulsionado, celebramos el éxito rotundo del modelo imperante.
El país parece un video donde se muestra en pantalla un juego de beisbol completamente loco y absurdo donde los jugadores no saben jugar; cada quien lleva el uniforme que le da la gana (y algunos van en short), el árbitro es el dueño de uno de los equipos en pugna y grita "ponchao" a todos los jugadores adversarios antes de que les lancen el primer strike. El público tira vasos y cervezas al campo y orina en los lavamanos de los baños, sin agua ni luz. No aparecen los bates ni las pelotas y se robaron las almohadillas. Mientras tanto, el narrador dice en off: "este es un juego glorioso que recordará la historia del beisbol. Los jugadores criollos, impecables en sus atuendos, dan una demostración de cómo se debe jugar el verdadero beisbol, no ese que juegan en otras partes con reglas diseñadas por el imperio para que siempre ganen los catiritos de ojos azules o los gigantes african-americans que inundan los equipos norteamericanos de beisbol (porque americanos somos todos y esos desgraciados se quieren robar hasta el nombre). No, no, no. Aquí se juega con nuestras propias reglas, que vamos creando mientras avanza el juego y vamos viendo cómo logramos siempre tener razón. Nuestro máximo tribunal ha propuesto, por ejemplo, que para los próximos encuentros no se usen las grabaciones de video, llamadas con el anglicismo de Replay, para verificar las decisiones del árbitro. En el caso extremo de que los jugadores del equipo contrario se amotinen y pongan una barricada encendida entre tercera y home, protestando por una normal decisión de out en su contra, cantado hasta con cariño luego de que la pelota llegó a segunda base unos 38 segundos después que el jugador en cuestión ya estaba arreglándose la copa, parado en sus dos pies sobre la base, se ordena crear una comisión de la verdad que presida el mismo árbitro, su socio, su mejor amigo, dos representantes de los apostadores ilegales que van por su equipo y el capitán del equipo beneficiado. ¿Quién podría dudar de una composición tan nutrida?".
La organización de este encuentro es un ejemplo para todo el universo. Lo único relevante ahora es prohibir que se transmita por TV, porque como ustedes saben, ese medio es tan explícito que puede generar falsas impresiones. Algo que se debe corregir con la debida explicación del narrador en la radio oficial, algo fácil considerando que ahora casi todas lo son... por cierto, dígale a ese locutor cabezón que se ponga la gorra del equipo... o me lo botas, pero ya.
luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
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