ZULMAIRE GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
Nicolás Maduro dejó de ser desconocido para el común de los venezolanos cuando fue elegido diputado para la Asamblea Nacional Constituyente en 1999 y posteriormente, una vez promulgada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, fue electo diputado de la Asamblea Nacional, llegando a ser presidente de este órgano legislativo en el año 2005. En 2006 fue designado como ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores donde destacaría por implementar la visión de política exterior de Hugo Chávez, entre las cuales destacan la creación y en algunos casos el fortalecimiento de cuestionadas iniciativas de cooperación e integración regional como el ALBA, la Celac y Petrocaribe, así como el ingreso de Venezuela al Mercosur y el fortalecimiento de relaciones diplomáticas con aliados no tradicionales como la República Popular de China, la República Islámica de Irán, Bielorrusia y Rusia.
En el año 2012 Maduro fue designado vicepresidente ejecutivo por Hugo Chávez y en diciembre de ese mismo año fue ungido como su heredero político con la clara misión de mantener y profundizar la revolución socialista. Una vez que se produjo la desaparición física de Hugo Chávez, fue designado y legitimado como presidente encargado de la República mediante controvertida sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.
Desde que Nicolás Maduro se hizo presente con mayor frecuencia en los medios de comunicación, hemos conocido algunos rasgos de la personalidad de quien se iniciase en las lides políticas como líder del sindicato del Metro de Caracas. Maduro ha mostrado devoción y admiración por Fidel Castro y el régimen cubano, lo cual se ha manifestado en su discurso lleno de elogios hacia Cuba usando la estrella de cinco puntas a la usanza de Fidel Castro en la solapa del traje y luego el uniforme militar verde oliva. Además, ha quedado en entredicho quien toma las decisiones de Estado, si en Venezuela o en Cuba, lo cual representa un atentado en contra de la soberanía nacional.
Desde el punto de vista religioso Maduro presenta un marcado eclecticismo, pues además de su conocida devoción por Sai Baba no ha dudado en declararse cristiano a la vez que dice que es un halago que sea llamado comunista. También hemos sido testigos como alterna mensajes de amor y de unidad con resentimiento, al punto de señalar que no le importa que lo llamen dictador, además, en medio de sus ataques de cólera y odio ha hecho comentarios homofóbicos.
Queda claro que Nicolás Maduro ha dado muestras de poseer una personalidad con rasgos de inestabilidad, sus ataques de cólera lo llevan a perder el control con frecuencia y a no medir el impacto de sus decisiones, muestra de ello son el denominado Dakaso, las frecuentes arremetidas contra Estados Unidos, y más recientemente la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Panamá, así como el llamado a los colectivos armados a que repriman las protestas estudiantiles.
La cólera y el fanatismo de Maduro se han plasmado en sus políticas, acciones y discursos. Estos rasgos que exhibe la personalidad de Maduro son un peligro para la Venezuela, ya que desde los primeros días de febrero hemos visto como se ha pasado aceleradamente de la amenaza a la acción con la brutal represión, violaciones de derechos humanos y comisión de crímenes de lesa humanidad. No en vano se comienza a hablar de Maduro para La Haya.
@zulmaire
zulmairegonzalez@gmail.com
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