Los días con nubarrones también tienen ocaso
ALFREDO YÁNEZ M. | EL UNIVERSAL
Y entonces llega el día en que preguntas al aire sí vale la pena. Volteas a tu alrededor y notas la indiferencia, la apatía y el egoísmo. La cápsula, en la que se ha vivido por tanto tiempo, se comprime y de un día para otro todo pierde sentido.
La formación profesional se trastoca en antivalor, y hasta el estribillo de aquel populoso programa de fomento educativo: "... estudiando triunfaremos... ", se convierte en memoria vetusta, sin fundamento ni solidez.
La educación se pierde en las aulas, no por falta de criterios pedagógicos de los docentes -humillados en todos los órdenes- sino por la malhadada idea de adoctrinar, bajo preceptos de ideología y no de academia.
La salud muere de mengua; al punto de que pacientes en régimen preventivo son tan mendigos como los indigentes que no saben de asma, tensión, o esclerosis, pero que igual sufren el desdén de unas autoridades que solo validan la improvisación y se escandalizan cuando se les reclama en justicia por incompetencia, ineficacia y desidia.
Todos los días una santamaría se baja, una ilusión se pierde, una esperanza se apaga. Todos los días, un escándalo sustituye al peor de los desmanes; y a la vez, una propuesta se convierte en blanco de ataques inmisericordes, porque hace mucho que la única certeza que tienen los ciudadanos es la desconfianza; venga de donde venga. Volver a creer es un reto. ¿Cómo hacemos para ser? ¿Requerimos un milagro colectivo que nos impulse a aportar todos; sin que ninguno se pasee por la tesis de la imposición. Sin que ninguno crea que "su" verdad es más verdad que la de los otros?
Y entonces llega el día en que no tienes respuestas. En que miras a los ojos a tus hijos y no quieres heredarles la putrefacción de un sistema corrupto que considera que los ciudadanos son delincuentes, sin atender a las denuncias documentadas, ni mucho menos a las evidencias que gritan por sí solas; que no quieres heredarles la impunidad como sostén de la sociedad; ni la palanca como fórmula de crecimiento.
Como todos; esos días tienen sus amaneceres y sus ocasos. No son eternos.
Necesariamente vendrán otros días, en los que las preguntas encontrarán sus respuestas, y los razonamientos implicarán decisiones y conclusiones; sobre todo, porque siempre estará por delante esa herencia que pretendemos dejar a los que vienen detrás.
@incisos
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