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domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Es posible negociar con el chavismo?. Por Fernando Ochoa Antich


Fernando Ochoa Antich / El Nacional

Es muy difícil saberlo. La experiencia del primer diálogo que se inició con la oposición no terminó en nada. Los venezolanos, esa noche, llegaron a pensar que era posible. La decepción fue inmensa. El nuncio apostólico y los cancilleres de los países amigos quedaron más que sorprendidos. No era fácil encontrarle una explicación a lo que había ocurrido. Nicolás Maduro, a nombre del gobierno nacional, había invitado a la oposición a ese encuentro. De manera inexplicable no tenía una propuesta y lo que pudo haber sido un diálogo constructivo terminó siendo un enfrentamiento injustificado ante los ojos de la Nación. Lo más grave de lo que ocurrió es que, además de no tener ninguna propuesta, demostró que su liderazgo no era suficientemente fuerte como para poder plantear una alternativa política que abriera un nuevo camino a Venezuela.

El diálogo es imprescindible en un régimen democrático. Permite que se avance en la solución de los grandes problemas nacionales y se logre establecer una forma de resolver los naturales enfrentamientos que surgen entre las distintas ideologías y sus diferentes visiones sociales. En Venezuela existe un natural consenso entre todos los sectores políticos que aceptan la Constitución de 1999. Esa es justamente la razón por la cual Ernesto Samper, actual presidente de Unasur, no debió plantear la necesidad de un pacto social entre gobierno y oposición, sino presionar al régimen chavista para que respete los principios fundamentales de esa Constitución y establezca un verdadero Estado de Derecho que garantice la alternancia republicana, la independencia de los poderes públicos y el apoliticismo de la Fuerza Armada Nacional.

Lamentablemente, ese no parece ser el objetivo político de Nicolás Maduro. Se le han presentado distintas oportunidades para reorientar el régimen chavista. No lo ha hecho. Se ha dedicado a mantener el culto a la personalidad de Chávez, creyendo que de esa manera mantendrá el respaldo de amplios sectores sociales. Las encuestas indican que no lo ha logrado. Es muy difícil sostener una política de creciente gasto público en medio de una indetenible crisis económica: caída de los precios petroleros, alta inflación, escasez de productos de primera necesidad, incremento de la pobreza, imposibilidad de lograr nuevos endeudamientos y pare usted de contar. La entrevista del general Marco Torres, y su anuncio de que se mantendrá la tasa de cambio a 6,30 bolívares por dólar, lo único que produjo fue una caída masiva de los bonos venezolanos.

De todas maneras, en política todo es posible. Eso es cierto, pero no es verdad que los acontecimientos históricos ocurren por casualidad. Siempre se requiere de una voluntad creadora que los impulse. Si analizamos la orientación del gobierno de Nicolás Maduro tenemos que observar una marcada tendencia al conflicto. Veamos algunas de sus más radicales posiciones. El caso de los presos políticos. Lo lógico era aprobar una ley de amnistía. No se hizo. Se tomó el camino del juicio y la detención. El caso de la escasez de productos de primera necesidad. Lo natural, era establecer un diálogo con los sectores productivos. La solución: la guerra económica. El caso del asesinato del diputado Robert Serra. Una investigación imparcial hubiera sido lo más acertado. Al contrario, se buscó señalar como autores intelectuales a algunos líderes de la oposición.

En definitiva, no existen actualmente las mínimas condiciones para establecer un diálogo entre gobierno y oposición. El año que viene será de permanente campaña electoral. A la oposición no puede convenirle iniciar unas conversaciones con un régimen que muestra tan importante caída en su popularidad. De todas maneras, el gobierno de Maduro tiene una nueva oportunidad para demostrar que en realidad aspira establecer un importante acuerdo político con la oposición. En los próximos días se van a designar los nuevos miembros del CNE. Sí esa selección permite escoger tres rectores realmente independientes que garanticen unas elecciones parlamentarias justas y equitativas, es posible que en el tiempo se pueda establecer un verdadero diálogo entre gobierno y oposición. De lograrse, su gobierno se garantizaría un importante período de estabilidad institucional.

fochoaantich@gmail.com.

@FOchoaAntich


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