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sábado, 20 de diciembre de 2014

La sabiduría chavista y la vaca lechera. Por Ender Arenas


Nadie sabe de dónde saca esas ideas el presidente Maduro, es difícil saberlo, pero suponemos que son esos momentos en que la sabiduría chavista lo inunda, lo atrapa

Por Ender Arenas / La Verdad

Tolón, tolón

Los difíciles y terribles momentos que ahora abruman al presidente Maduro suelen conducirlo -la mayoría de las veces con deseos que se expresan rabiosamente- a tomar una decisión o decisiones, digamos, cruciales, no de vida y muerte, todavía no; como aquella expresada en el programa de José Vicente Rangel, donde expresó de manera contundente que a veces le daban ganas de romper relaciones con el vampirismo imperialista norteamericano y mandar al carajo a los gringos. Sin embargo, llegado a ese momento álgido, a ese clímax, entonces -dice él- respira y se llena de sabiduría chavista, no cualquier sabiduría, sino la grande, aunque nadie sabe qué cosa es esta filosofía; debe ser del carajo, porque acto seguido el hombre comienza a dar consejos, que él supone útiles, muy útiles al pueblo venezolano.

Por ejemplo, en días recientes propuso que cada escuela de Venezuela tuviera en su patio una vaca lechera para que los niños puedan tomar leche fresca. Nadie sabe de dónde saca esas ideas el presidente Maduro, es difícil saberlo, pero suponemos que son esos momentos en que la sabiduría chavista lo inunda, lo atrapa, y en un santiamén lo inspira y saca como un mago una solución, por ejemplo, a la desnutrición de nuestra población escolar, con el agregado de que los niños venezolanos no solo aprenderán lo que es una vaca, sino también que ella da leche.

Pero en este caso, de la vaca lechera en las escuelas, hay que oponerse rotundamente. Yo, por ejemplo, tengo a mi pequeña sobrina Camila en segundo grado. Según el manual que debe estarse haciendo ya en los laboratorios educativos del oficialismo, al segundo grado le corresponde llevar los baldes que se llenarán de la leche siempre fresca de la vaca.

Ahora bien, dicen los ganaderos que la leche depone una cosa que ellos llaman bosta, otros llaman estiércol y otros, como mi primo Giovanny, mierda de vaca. El caso es que se ha demostrado que esa deposición vacuna es altamente dañina para los seres humanos, pues se ha descubierto que contiene 80 por ciento de genes resistentes a antibióticos. Además, es en la bosta de la vaca donde las moscas ponen sus huevos, por eso es que en las fincas las moscas te cubren todo el cuerpo y si a uno le dan un pedacito de queso, también fresco, uno tiene que disputárselo a las moscas, y las moscas, padres y madres de esos párvulos que van a las escuelas, transmiten, entre otras enfermedades, cólera, disentería, tuberculosis, una vaina que se llama tuleramia, que no sé qué es, pero suena feísimo; pero además las moscas tienen la horrible costumbre de regurgitar (expelen por la boca, sin vomitar, lo contenido en el estómago) y excretan donde se posan para descansar y, de ese modo, transmitir mecánicamente organismos de enfermedades. Yo no voy a permitir que mi sobrina ponga el balde bajo las tetas de ninguna vaca.

Y es que además las vacas tienen garrapatas; imagínense ustedes que su niño llegue full de garrapatas a su casa. Creo que todos los padres deben reunirse en un frente único contra la vaca en las escuelas, pues si a nuestros niños les da una fiebre tifoidea, la culpa no será de la vaca, sino del que la puso en el patio de recreo.


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