ORLANDO VIERA-BLANCO | EL UNIVERSAL
Los últimos días han sido sensiblemente difíciles para ti, para el país y para todos los que te queremos, admiramos y valoramos tanto como queremos y sufrimos por Venezuela. Os confieso que vuestra imputación me hizo vulnerable como a muchos ciudadanos que creen y temen por ti. Pero también me hizo resiliente, es decir, emocionalmente reactivo, y por ello, pro-positivo. La lucha continua de pie y con dignidad. Pero jamás con ingenuidad. Y por ello, hay que anticipar. El asunto es que tú también los haces vulnerables a ellos. Y a partir de allí no hay garantías de nada. Poco les vale que seas mujer, madre, hija o ciudadana. Por el contrario: para ellos es una prima.
En una reciente comunicación me llamó la atención una frase de una común amiga: "Orlando no sufras ni te estreses porque estás interpretando las cosas al revés". El origen de la recomendación no viene a cuento. Era lo típico. Estar o no estar. Pero lo que sí me hizo repensar el parafraseo fueron las palabras sufrir e interpretar correctamente lo que estamos viviendo. En esta doble dirección llegué a mi más íntima reflexión: Hasta adónde debe y puede llegar nuestra capacidad de resistir. Y cómo debemos invertir nuestra fortaleza para reponernos de la adversidad (resiliencia). Aptitudes que sólo se logran apelando a la humildad y a la solidaridad. ¿Cómo lograrlas?
Los estudios más ilustrados sobre pobreza, quiero decir, sobre las carencias profundas del ser humano, están vinculadas directamente al poco sentido de vulnerabilidad que exhibe quien la sufre. Su extenuación y lasitud lo inhabilita para generar procesos de resistencia y recuperación (ver aspectos personales, familiares y sociales de la resiliencia, Garmezy 1993). Combatir esa falta de vulnerabilidad pasa por la implementación de modelos de intervención y gobernanza grupal que combatan la exclusión, la marginación (auto-regida) y la discriminación a través de un orden autogestionario de auto-realización y compromiso (locus de control interno). Es empoderar las masas a través de mi empoderamiento personal. Es el reconocimiento de mis habilidades para resistir y evitar la automarginación...El problema de la pobreza es que el pobre no sufre intelectualmente, reflexivamente, conscientemente, sino lo hace esencialmente en un plano material. La extroversión, la socialización, la creatividad y la inteligencia, forma parte de un proceso esencialmente familiar y personal de conocimiento, experiencia y educación. Por esa razón la pobreza se ataca con enseñanza. Y no sólo enseñando a leer y escribir. Sino a convivir para sobrevivir (fraternidad). A partir de allí emplazo protección y calidad de vida (derechos), resguardando mi vida misma. MCM debe saberse vulnerable. Vente debe entenderse vulnerable. El Congreso Ciudadano debe estar precavido de todos los riesgos para amalgamar una gran mancomunidad de resistencia y reacción. MCM debe anticipar, evitar y derrotar sus peligros. Y sus seguidores lo entenderán. ¿Leopoldo López anticipó sus riesgos? Pienso que no. ¿Entregarse fue asertivo? Aun victimizado, no es lo ideal. ¿Era mejor la clandestinidad? No lo dudo por un segundo. El efecto "épica" lo tendría igual. ¿Su condición de hombre cambia las cosas? Definitivamente las favorece. Pero MCM siendo líder-madre, hija, mujer, no puede ir a la cárcel, no a nuestras cárceles. ¿Estáis persuadida de ello? La respuesta la tenéis tú.
El círculo vicioso de la pobreza es trasladable al círculo virtuoso de la política. El líder debe albergar una inmensa y prístina noción de vulnerabilidad. Su capacidad de resistir, reaccionar y abanderar un proceso dúctil de reposición de estados favorables, pasa por su capacidad de predecir y acertar. Debe conocer su medio ambiente, sus tiempos y las herramientas para sobrevivirlo. El político que evoluciona sufre reflexivamente e intelectualmente su vulnerabilidad, alertando el acecho. El buen político, cuidándose él y a su familia-(Aristóteles), cuida a la polis. A partir del sufrimiento individual, el político se inviste de pasión y prudencia para cuidar a su ciudad. Pero no confundir sufrimiento y sacrificio con inmolación. Tanto no-se alcanza el poder si me creo invulnerable, como el pobre no sale de su pobreza...
Sufrir por uno mismo es sufrir por los demás. Nadie sufre por otro sin sufrir por uno antes. El aquinate Santo Tomas decía "El ser de las cosas no es mi verdad, sino la causa de la verdad: el entendimiento". A partir de ahí "el estudioso es el que lleva a los demás, lo que él ha comprendido". Comprendo al mundo sufriendo por mis hijos, por lo que sufro a los vuestros y a todos los hijos de la patria. Sufro mi libertad por lo que temo por la vuestra. Sufro a mis padres y así a todos los demás. Sufro como hijo, como hermano, amigo o ciudadano, por lo que sufro a Venezuela. Y en la medida que sufro por mí, sufro por ti. Mas no interpreto nada porque interpretar es contemplar. Y gracias al sufrimiento-consciente y no contemplativo-aún soy libre lo cual no quiere decir, que me haya librado de él...
vierablanco@gmail.com @ovierablanco
Recibe nuestras actualizaciones por E-Mail. SUSCRÍBETE GRATIS AQUI
Twittear |