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lunes, 30 de marzo de 2015

La oposición y su imperfecta (y necesaria) negociación política. Por Luis Vicente León


Por Luis Vicente León | Prodavinci

No importa contra quién plantees tu batalla: si eres un demócrata, no vas a traicionar tus principios con la excusa de que tu contrincante los ha violado. Tu no eres demócrata porque los otros lo son. Lo eres y punto.

Es obvio que, en el escenario electoral que ya comienza con vía a las elecciones legislativas, la única estrategia ganadora para la oposición es la unidad para enfrentar al chavismo. ¿Pero quiénes definen cuáles son los aspirantes que tienen derecho a postularse por la oposición en esa unidad y cuáles no?

Partamos del principio global: todos tienen derecho a aspirar y el rol de la dirigencia opositora es buscar el mecanismo más adecuado para dirimir las diferencias. En ese marco, es un absurdo que unos candidatos (o líderes con derecho a aspirar) le digan a otros candidatos (que tienen exactamente el mismo derecho) que sufren de candidaturitis (y los descarados lo hacen a manera de insulto).

¿Eso a quién ayuda?

Atacar a un dirigente opositor por aspirar a una postulación o acusarlo de divisionista porque quiere ser candidato, medirse o ser seleccionado, es una barbaridad. Pero, como ya dije, tendrán que dialogar si quieren evitar el desastre, pues hay un factor imposible de ocultar: en el sistema actual y con las condiciones vigentes, la única estrategia ganadora es la unidad.

De manera que la clave no es atacar a los aspirantes (aunque algunos luzcan excéntricos porque no están en los planes de los acuerdos), sino buscar el mecanismo a través del cual se pueda lograr la unidad en todo el país con el menor costo político y la mayor incorporación a la batalla de actores que posiblemente luego queden como la guayabera.

Y para eso hay que tener conciencia de ciertos factores que, aunque para algunos sean obvios, está visto que no todos lo tienen en el radar. Por ejemplo: si todos tienen derecho a aspirar y es obvio que el mecanismo que mejor dirime es la primaria, también hay que saber que ese mecanismo no siempre es posible masivamente.

La razón es sencilla: el tiempo y los recursos económicos son restricciones claves para la masificación de las primarias y es normal que se derive a negociaciones políticas una parte del proceso. Sin embargo, también ha quedado claro que la negociación en estos casos no ha sido la estrategia óptima. Algo delicado, cuando el escenario obliga a la oposición a manejarse con cuidado e integrando a la mayor cantidad de factores en su coalición.

Es normal que un dirigente que siente que tiene opciones electorales quiera protestar si en su circunscripción no hay elecciones primarias (y si él no es el evidente seleccionado en los acuerdos). Pero ese mismo aspirante debe tener el olfato político y la capacidad estratégica para darse cuenta que si su opción depende en parte de la selección de candidatos, tiene que estar tan dispuesto al conflicto como a la negociación.

Así que en los casos donde, por ejemplo, no es posible un consenso perfecto y hay necesidad de negociar, la peor estrategia que puedes escoger es atacar a quienes se sienten afectados, pues ellos mismos van a tener que ayudarte en tu campaña por obtener la curul.

De la misma manera, la dirigencia que decide no ir a primarias totales también debe ser especialmente cuidadosa con quienes se sienten afectados pues, en la pluralidad, el hecho de atacar a un líder porque defiende su derecho a ser candidato es un contrasentido. Hasta el planteamiento de primarias en todos lados tiene imperfecciones. ¿O nos vamos a hacer los locos con que los candidatos deben pagarlas y, de esa manera, sólo podrían participar los que tienen plata?

Los líderes que encabezan la negociación política para elegir candidatos que no pasarán por primarias deberán moverse en aguas turbulentas. Y se sabe que el costo político será inevitable en algunos casos, pero también se sabe que la oposición (como unidad) debe reducirlos al mínimo.

¿Algunos ejemplos clave? Es irrelevante si estás o no de acuerdo con el rechazo público de Henri Falcón a las sanciones unilaterales establecidas por Estados Unidos, porque lo relevante es que él tiene derecho a rechazarlas. Es irrelevante si Gómez Sigala tiene o no las mejores opciones de triunfo en Lara, porque lo relevante es que él tiene derecho a aspirar y protestar si se siente afectado. Es irrelevante si María Corina Machado representa o no a la mayoría opositora, porque lo relevante es que ella tiene derecho a exigir primarias, las pierda o las gane su fuerza política. El asunto es que todos ellos tengan conciencia del costo político de sus acciones y de que el único puerto seguro es la negociación que le permita a la oposición ir en unidad a las elecciones parlamentarias.

También es irrelevante que la negociación política sea imperfecta: lo relevante es que cuando un líder político la necesite sepa aplicarla con sabiduría y humildad.

Si de verdad todos están negociando para lograr la unidad, entonces todos deben cuidar su lengua contra los adversarios, que después necesitarán integrar a sus equipos de trabajo para conseguir una mayoría determinante.

Si de verdad todos están luchando para rescatar los derechos, la participación, el respeto y la racionalidad, entonces cada uno de los líderes de los distintos factores de oposición deben empezar la labor por casa.

Quejarse de que los partidos políticos planteen negociaciones políticas es una tontería: eso es lo normal, eso es lo que hacen las fuerzas políticas de un país, eso es lo que conduce a la idea del bien común. Lo anormal, lo absurdo, el sinsentido es que tú no participes en esos partidos.

La negociación es la escénica de la política. Sólo hay que exigir una cosa: que sea sabia. Atacarla cuando se necesita… también es una pendejada.

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