La crisis económica que hoy estamos viviendo es sólo la punta del iceberg
Por Luis Vicente León | EL UNIVERSAL
No me gusta mucho proyectar. Es sin duda la parte más fancy del trabajo de un analista de entorno y por la que más aplausos te puedes llevar, pero el tema es que el análisis del presente y las razones por las que éste ocurre forma parte de la investigación dura, mientras las proyecciones siempre son hipótesis blandas, mucho más subjetivas y volátiles.
Pese a la gigante presión que el mercado ejerce cuando estamos cerca de una elección y tenemos en la mano los resultados más recientes de una encuesta que parece mostrar un resultado evidente, siempre evito las proyecciones lineales. No se trata de tener miedo a equivocarme. Lo he hecho mil veces y lo haré mil veces más. El tema es que nada es irreversible (como no sea la muerte) y el futuro es demasiado relancino.
Pero, pese a mi alergia a las predicciones, hoy vengo a proyectar algo en lo que podría ser peludo equivocarse. Tómenlo como una apuesta al caballo obvio del 5 y 6, de esos que no siempre se ganan... pero la mayoría de las veces sí.
La crisis económica que hoy estamos viviendo es sólo la punta del iceberg. El país se deteriorará más. Se primitivizará más. Se radicalizará más. No corro mucho riesgo con esta proyección, como no sea la de caer en desgracia, en un país donde decir lo que piensas puede ser un pecado (y eso va con todos los bandos).
El país viene de una crisis severa y no hay duda por qué. El modelo de control e intervencionismo oficial ha causado estragos en la economía nacional. Algo, por cierto, que ya ha ocasionado ese mismo modelo en todos lados donde se ha sido aplicado. Eso puede ser de todo, menos una sorpresa. No hay una sola experiencia positiva de esa estrategia de control extremo en sus intentos pasados. No hay ningún caso en la historia en el que la creación de estímulos oficiales al arbitraje, es decir, comprar debajo del precio de equilibrio, como el dólar, la gasolina o la leche a precio controlado, no termine en distorsiones demoledoras. No hay casos de control de precios que no hayan generado más inflación, ni control de cambio que no termine podrido por la corrupción y los chulos.
No se trata de quien lo diseña, lo decreta o lo implementa. No está determinado por la calidad ni por la moralidad del hacedor. Es lo mismo si es chavista, opositor o independiente, preparado o básico, bien o mal intencionado. Si el modelo es controlador: corrompe y pervierte.
Entonces, si la teoría y la práctica nos indica que la base de la crisis económica venezolana es la tozudez del gobierno en mantener un modelo económico que evidentemente ha fracasado, como lo ha hecho antes en todas partes donde se intentó. Si además cuentas con la información concreta de que los ingresos petroleros con los que el gobierno cuenta para maquillar y cubrir los problemas que su modelo ocasiona serán casi la mitad de lo que eran el año pasado, cuando tampoco pudo pagar sus deudas comerciales con los productores, ni desarrollar inversiones relevantes de infraestructura, ni estimular la actividad económica del país, ni evitar que a su modelo se le vieran las costuras. Y si finalmente agregas a este coctel Molotov, que la ruta escogida por el gobierno para enfrentar el Tsunami que se le viene encima es controlar más, intervenir más, amenazar más a los empresarios, entonces no hay que ser demasiado perspicaz para proyectar que el resultado que veremos en breve es más deterioro económico, peor desempeño de las variables macro, crecimiento exponencial de la inflación, aumento de la escasez y más corrupción.
Como me decía mi mamá, con su sabiduría andina: "papito, usted tiene el potencial para ser lo que quiera. Pero si le mete la mano a la candela... se quema".
@luisvicenteleon / luisvleon@gmail.com
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