Carlos Blanco / El Nacional
Huele a cambio. Las claves están a medio descubrir, pero se presiente. Es la transición hacia la democracia. El llamado de Leopoldo López y la articulación espontánea, en cuestión de horas, de la mayoría del país opositor alrededor de su propuesta habla de lo que se cuece en el alma del país. Fue una iniciativa que ha podido caer en el vacío y no cayó; allí radica lo esencial del nuevo estadio en que se encuentran las fuerzas democráticas. El gobierno lanzó todas las amenazas que cobija en su arsenal de improperios; los jefes de la MUD, por su parte, muy rápido aclararon que no atenderían el llamado movilizador. Pero, el milagro se produjo. No prevaleció la idea de que la lucha debe marchar a la velocidad del más lento.
Es inútil convertir en estadísticas un hecho político fulminante, tal como hacen teóricos de clase media con sentimiento de culpa, que ahora dicen ¡solo asistió la clase media! Son los que eternamente ven el dedito en vez de ver el objeto al que este apunta. En todo el país hubo un ambiente generalizado de movilización, hasta en miembros de aquellos grupos cuyos dirigentes no quisieron asistir; sin faltar quienes al final remendaron el capote como buenamente pudieron.
No se trata de la idiotez según la cual Leopoldo considera a la MUD su enemigo. No. Es un proceso complejo que el conservatismo opositor no mide, ni sus propagandistas entienden. Por supuesto que el país usará todos los medios a su alcance para propinarle derrotas al régimen: cuando haya elecciones, será con elecciones; pero, hasta este momento no hay fecha. Lo único cierto de hoy es la gigantesca crisis que se abate sobre el venezolano de a pie. Y es la protesta frente a esta situación la que moviliza, lo cual puede dar, además, fuelle para una participación combativa en las elecciones, mediante la denuncia del CNE y sus condiciones electorales; que no es promover la abstención sino la movilización.
A muchos habría gustado (entre otros, a quien esto escribe) saber con anticipación la propuesta de Leopoldo, pero lo cierto es que el llamado hizo resonancia en un estado de ánimo colectivo que exige firmeza, urgencia y fiereza, sin reñirse con una conducta pacífica.
La unidad por arriba está hecha polvo cósmico. No por Leopoldo, María Corina o Antonio. Está maltrecha porque hay visiones encontradas y los que querían “deslindar” a unos terminaron “deslindados”, ellos. Por fortuna, la unidad por abajo, como la del 30 de mayo, puede propiciar condiciones para reconstruir la unidad por arriba. Está escrito.
@carlosblancog
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