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miércoles, 22 de julio de 2015

Un enigma llamado Henry Falcón. Por Daniel Asuaje


DANIEL ASUAJE | EL UNIVERSAL

Mis amigos se dividen entre quienes simpatizan con Henry Falcón y entre quienes antipatizan con él. La condición polarizante suele tipificar a liderazgos bisagra: los divisores de la historia antes y después de ellos. Falcón es el líder con mayor arrastre en Lara, pero eso no lo hace un líder bisagra todavía. No por falta de ganas, simplemente no ha llegado su hora. Es un hombre calculador y paciente, puede tomar riesgos pero no juega lotería en política. Por ello no se inclina por aventuras, y menos si él no es quien las dirige. Esto explica por qué después de salir del redil chavista no se inscribió en un partido, más bien fundó el suyo. También explica por qué declinó sumarse a "La Salida", prefirió no entrar en un juego de posición adelantada. Cree más en el esfuerzo que en las buenas estrellas. Sabe escuchar, pero se reserva la última palabra, a veces a contrapelo de la opinión de sus consejeros, pues confía mucho en su propio olfato político. Esfuerzo, equipo, olfato y su carisma personal son sus fortalezas. Es muy constante, pero la línea divisoria con la terquedad puede ser difusa. Gusta de las grandes obras civiles y concibe su gestión pública a largo plazo como una epopeya. Estos signos definen quién y cómo es Falcón, pero no despeja incógnitas sobre él ¿Es del gobierno o de la oposición? ¿Es un oportunista saltador de talanqueras o es un político con sentido de la oportunidad? Identifiquemos algunas variables que permitan despejar la incógnita.

Ser actualmente líder de oposición y gobernador de un Estado venezolano crea un conflicto de intereses semejante al de ser el médico del pueblo al mismo tiempo que dueño de la funeraria. Por un lado hay que gobernar, esto es hacer obras, resolver problemas y atender a la gente, lo cual depende mucho de los recursos que el poder central envía. Por otro lado, sus electores esperan que enfrente al gobierno y mientras más recia la oposición, más dificultades hay para conseguir apoyos del poder central y más saboteo a la gestión imprime el chavismo. Capriles y Falcón resolvieron este dilema por caminos distintos según sus singulares circunstancias y cálculos políticos. Capriles es ya una figura central de la política nacional. Viene de ser candidato a la Presidencia y su mayor reto ha sido buscar mantenerse como líder fundamental. El electorado de Miranda es importante, pero más lo es el nacional. Por esta razón lo natural es enfrentarse tanto como pueda al gobierno de Maduro, y si bien ha confrontado al gobierno, por no ser más "duro" ha terminado por lucir para muchos como "blandengue" ante el gobierno.

Para Falcón el electorado larense, hasta ahora, ha sido más importante que el nacional por lo que ha privilegiado realizar un gobierno promocionable parroquial y nacionalmente, afianzar su imagen de gerente eficaz y "progresista", así como construir un movimiento nacional. Gobernar sin hacer una oposición radical le sirvió para nadar sin levantar muchas olas dentro de lo que era el electorado chavista, ahora muy disminuido, y contar con ayudas oportunas por parte de Maduro de quien es un viejo amigo. Esta estrategia le dio buenos resultados a juzgar por algunos sondeos recientes. Pero corre algunos riesgos de imagen localizados principalmente en Lara. Es acusado tanto desde la orilla chavista, como desde la opositora de camaleón. Parte de la oposición lo señala como chavista disfrazado o de vendido al gobierno. Su figuración nacional ha sido poca, pero contundente, por lo que no está tan en la mira del país como sÍ lo ha estado Capriles. Por eso, no ser duro ante el gobierno es más visible y dañino en el caso de Capriles que en el de Falcón.

Tal como lo señalamos en un artículo reciente, H. Falcón y L. López son los dos líderes dentro de la oposición con mayor chance actual de llenar el vacío producido por la desaparición de Chávez. Ambos encajan en el perfil de ese tipo de liderazgo: retador, épico, direccionador, carismático. Capriles no encaja en este perfil, calza en otro, pero eso es tema para análisis en otro momento. Ya no es el único encantador de las masas opositoras. Hoy ellas tienen ojos también para otros amores. L.L. luce hoy en la punta del favoritismo, pero no está solo y ni él ni H.F. copan aún el lugar que tenía Chávez en el ideario y emoción nacionales, pero han jugado bien. La Venezuela política se ha fragmentado. Maduro no tiene al chavismo ni al país en su mano, debe compartir poder y negociar. El gobierno pasó de repartidor de bonanza a distribuidor de escasez. La oposición de la resistencia estoica a polo político robusto. Ahora es cuando veremos quiénes saben, en verdad, de economía, política y sintonizarse con los electores en este país, lo que significa que el despeje de las incógnitas actuales en la ecuación política venezolana es cosa de inteligencia y tacto políticos. La contienda luce interesante.

dh.asuaje@gmail.com
@signosysenales


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