ALEXANDER CAMBERO
Una intrascendente pluma oficial se vistió del misterio de los druidas. Como si se tratase de un docto del más allá, ha querido vender la idea de un apócrifo testamento de Hugo Chávez. Asegura que fue escrito cuando el líder de la revolución sintió que la muerte tocaba el manto de su lecho de enfermo desahuciado. El mundo vital del héroe de millones de ingenuos, carcomido por un inesperado enemigo que avanzaba portentosamente mientras el cáncer quebrantaba aquel liderazgo. Aquel que se creía protegido por los inescrutables espíritus de la sabana, cuatro personas fueron supuestamente convocadas para encubrir aquella verdad. Una suerte de orden ultra secreta que prometió guardar silencio y sellar así sus labios con el compromiso del miedo.
El texto es una sarta de enunciados revolucionarios, escrita con la premura de querer ganar algunas canonjías en la mesa que reparte el botín gubernamental.
No sabemos si en realidad hubo algún testamento. De lo que no tenemos duda alguna es que con su muerte prosiguió el saqueo brutal de nuestros recursos. Más de 700 millardos de dólares se evaporaron de manera espectacular. Decrecimos como nación en todos los órdenes. Hoy somos líderes de las peores estadísticas, contamos con la mayor inflación del hemisferio occidental. Nuestra moneda ostenta el récord de ser la más débil en el mundo financiero internacional. Nadie busca hacer transacciones en bolívares fuertes. Convirtieron nuestra divisa en el hazmerreír de la economía global.
La inseguridad nos dejó 25.000 muertes violentas en el 2014. Este año amenaza por establecer una nueva marca en la tasa de homicidios y asaltos a la propiedad. Si hablamos en materia de desabastecimiento solo somos superados por algunos países africanos. Colas kilométricas en las que el venezolano sufre lo indecible para lograr conseguir un producto. Es la multiplicación de la humillación hasta el grado de horadar la dignidad de la persona humana. Son horas de sacrificio en las que nos hemos transformado en víctimas. De la mano del proceso revolucionario nacieron todas esas prácticas indeseables. La galopante corrupción también tiene nombre de bachaco. Los inescrupulosos, con su acción auspiciada por el gobierno, terminan moliendo a los más pobres. Le sirven hambre en el plato al que solo tiene necesidad ancestral. ¡Es el desposeído asaltado por otro de su misma clase…!
En el testamento de Hugo Chávez la corrupción tiene un párrafo aparte. Venezuela es hoy la nación en donde el robo público tiene la protección de una justicia al servicio del asalto. No existe estamento del Estado en el que la malversación no marque el camino. La sustracción descarada de los recursos que genera el petróleo hizo de la elite gobernante unos privilegiados. Se llenaron de propiedades y fabulosas cuentas en el exterior. Se asociaron en los negocios más turbios poniendo en garantía la patria. El narcotráfico consiguió que la impunidad revolucionaria los dejara actuar a sus anchas. La República se transformó, entonces, en paraíso de la droga y sus múltiples conexiones.
La libertad siempre fue un incómodo pasajero para el comandante muerto. Siempre acarició la idea de mantener al país en un puño; el permitir el sano debate le atemorizaba. Sus reglas jamás fueron otras que aquellas en las que un hombre pensara por todos. Un mundo construido en la igualdad de los descerebrados. Seres manipulados, seguidores enfermizos que no se percataran del carácter rastrero de sus ídolos. Una revolución con la impunidad que permite la cobardía…
alexandercambero@hotmail.com
twitter @alecambero
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