EDUARDO SEMTEI ALVARADO / EL NACIONAL
Nota de Whiskymedia. Elmer el Gruñón (Elmer Fudd en inglés) es un personaje ficticio de dibujos animados de la Unasur. Elmer, como se sabe, es un cazador que suele aparecer en muchos episodios persiguiendo a Bugs Capriles, al Mickey López y la Cenicienta Machado. Siempre le terminan saliendo mal sus intentos. Comete cada error en sus discursos. Habla hasta de multiplicar los penes. Suele vestirse de rojo con bigotes chorreados. Se ve acompañado casi siempre del Muppet Kermit Cabello que caza por deporte y no por diversión o por comer; de hecho, es vegetariano, le gusta todo lo verde, las hojas verdes, y los verde verde. Anda con un mazo al hombro.
Elmer le interesa mucho la política internacional. De hecho, trató infructuosamente de estudiar en la Escuela de Estudios Internacionales de la Facultad de Economía de la ilustre Universidad Central y no pudo aprobar el examen de admisión que consistía en decir los límites de la República Bolivariana de Venezuela y las capitales del Perú, Bolivia, Colombia, Panamá y Ecuador, además de pronunciar las cinco vocales en orden de aparición y en voz sonora. No obstante, se dedicó a la política fijando una ruta corta y encaramado en un Metrobús. Nunca perdió el gusto de montarse en esos aparatos. No pela ocasión alguna para “choferear” como en los viejos tiempos.
Analicemos su pensamiento en atención a algunas de las ruedas de prensa que ha celebrado en estos últimos años. En relación con Guyana dijo: “Esos son unos pitibritánicos pillos y vagos, que quieren arrebatarnos nuestro territorio con trampas y brujerías, apoyados por los desgraciados de la Exxon Mobil y por un grupo de forajidos. En lo que tenga un chance voy a volverlos polvo cósmico y a barrer las calles de Caracas con su bandera”. Más adelante agregó: “Y si los pelucones del Commonwealth lo apoyan no me quedará otra alternativa que llamar a Unasur, al ALBA, a Petrocaribe y a la Celac y entre todos le daremos una paliza al ridículo ese que funge de presidente”. Finalmente agregó: “Y si Cuba y China siguen con su manía de apoyar a Guyana me quedaré callado y le buscaré pleito a cualquier otro presidente que me dé la gana”.
Meses después, en su tradición rocambolesca y peleona, cansado de sacarle la madre a Uribe, la empezó con Santos. El colombiano había dicho, a vox populi, que su nuevo mejor amigo había fallecido y que ahora tenía un nuevo mejor amigo, pero mucho más mejor. Ay, Santos. Tanto que hablaste. A Santos le había ido muy bien con Elmer. Le pagaba. Lo invitaba. Hablaba bien. Lo saludaba. Se daban abracitos. Intercambiaban regalos. Gruñón le mandaba hallacas y Santos le regresaba café Juan Valdés. Pura amistad de la buena. Pero Gruñón empezó a bajar en las encuestas. Andaba por el suelo. Y Santos también empezó a bajar en las encuestas. Andaba por el subsuelo. Y Gruñón tenía tres cangrejos en su país. La inflación. La escasez. La inseguridad. Anjá. Gruñón hizo caso omiso de su nueva y eterna amistad. Por cierto, con Gruñón toda amistad eterna dura tres meses. (Excepto con los ancianos sapatrences del Caribe).
Sigo contando. Entonces Elmer decidió achacarle a Santos las penurias y desgracias de su gobierno. Buena idea, caramba, se dijo a sí mismo frente al principal espejo del Salón de los Espejos. Acusó a los colombianos de cosas horribles. De asesinos. Contrabandistas. Propagadores de enfermedades. Malagradecidos. Pichirres. Ilegales. Coleados. (En tal acontecimiento el pitiyanqui de Donald Trump le mandó senda tarjeta de felicitación y solidaridad, iba muy perfumada).
En fin. ¿La inflación? Las casas de cambio en Cúcuta depreciaban el bolívar fuerte. Lo volvían papel sanitario. ¿La escasez? Unos señores hijos y nietos de bachacos, conocidos como los bachaqueros, se encargaban de comprar toda la mercancía venezolana para venderla en Colombia. Esos bachaqueros tenían habilidades especiales. La GNB no los detectaba. Eran invisibles. Tenían túneles secretos por donde pasaban las mercancías. ¿La inseguridad? Otros colombianos organizados en pandillas, conocidas como paramilitares cometían atrocidades, barbaridades, crímenes al por mayor. Así que Elmer le nombró la madre al Santos. Y lo retó en plaza pública. Que escogiera sus padrinos y sus armas que ahora es que Elmer estaba bien arrecho. Santos nombró a Obama padrino y Elmer escogió a Raulito. Y cerró caminos, fronteras, autopistas, trochas, puentes. Así que el pobre Santos se quedó aislado. Y Elmer le gritó. Yo soy el macho. Y Santos nada que nada.
En esos tiempos Mickey López estaba siendo juzgado, le habían descubierto pensamientos oscuros y pecaminosos. Y dos docenas de testigos afirmaron en pública audiencia que ellos habían oído claramente el llamado telepático a la violencia. La jueza, honesta, trabajadora, humilde, sencilla, hermosa, buena, linda, justa, correcta le zampó a Mickey 140 años de cárcel. Y allí se armó la sampablera. Las espectaculares meretrices de Unasur, trajeadas en forma exótica y sensual, con lindas enaguas amarillas, azules y rojas, aplaudieron a la jueza y colgaron copias de sus retratos en oficinas públicas y lugares de esparcimiento. Pero unos sureños espabilados dijeron que Mickey debía tener derecho a un juicio justo, ay Dios, el vainero que se armó. Elmer, más gruñón que nunca, les dijo que ese gobierno no era sino un clan de cabrones que se hacían los locos y desatendidos con los criminales de guerra y genocidas de la dictadura de un tal Pantochet. Le dijo también Elmer que eran unos asesinos crueles de Mapaches, o Mapuches, o Manchates (de verdad que no recuerdo exactamente) y que además habían prostituido la educación, la habían privatizado y vendido como mercancía barata en almoneda pública. A más de todas esas peleas, le zumbó dos carajazos a un tal Ranjoy de la Madre Patria, dos buenas mentadas a Obama y en plena emisión mundial televisiva agregó: “El que se pica es porque ají come”. “El que se sienta aludido u ofendido que salga pa’lante”.
Como se ve es una historia, un acontecimiento, como dice el tuerto del canal de todos los venezolanos, en pleno desarrollo, por si las moscas, cito a la Real Academia de la Lengua Española. (Tuerto. Del lat. Tortus. 1. adj. Falto de la vista en un ojo U.t.c. s.). Ahora, últimamente me refiero, están hablando de violaciones de espacios aéreos, de cañones, aviones, barcos de guerra. Dios no quiera que se arme un vainero, que por cierto les conviene a ambos gobiernos. Seguiremos informando. Pamplinas, se me olvidaba, y ahora que lo recuerdo lo digo. Elmer y Santos están perdiendo las elecciones. Están hechos guáter.
Recibe nuestras actualizaciones por E-Mail. SUSCRÍBETE GRATIS AQUI
Twittear |