Por Edgard Gutierrez | Prodavinci
¿Puede la oposición obtener la mayoría calificada de la Asamblea Nacional; por Edgar Gutiérrez 640
Entender que las encuestas no ganan las elecciones, o bien tomar en cuenta que la historia electoral está llena de candidatos que ganaron todos los sondeos pero perdieron la elección, son sanas precauciones cuando se quieren hacer proyecciones de resultados. En particular cuando se está a cuatro meses de una cita electoral.
No obstante, analizar la tendencia numérica siempre será un instrumento útil para afinar nociones y construir escenarios políticos futuros.
El lunes 17 de agosto, el Bank of America/Merrill Lynch Global Credit Research publicó un análisis (“The Magic Number”) que ha debido causar una profunda inquietud en Miraflores. El documento (disponible inicialmente sólo para suscriptores, pero luego difundido por varios medios nacionales) no discute quién puede ganar las elecciones parlamentarias del 6-D como una competencia reñida. Por el contrario, sólo se dedica a examinar el margen con el cual ganaría la oposición. Es decir: en ningún caso se aprecia que haya alguna posibilidad para el chavismo, pues se toma como insumo fundamental las encuestas más recientes que dan cuenta de una ventaja considerable para los candidatos de la MUD.
El reporte escrito por Francisco Rodríguez indica que:
“Estimamos que la oposición necesitaría ganar el voto popular por un margen de 5,7 puntos porcentuales para obtener una mayoría simple en la AN. Un margen de 18,1 puntos porcentuales le permitiría obtener una poderosa mayoría calificada de las dos terceras partes. Las encuestas recientes sugieren que la ventaja opositora supera cómodamente ambos márgenes”
Tomando esas encuestas y aplicando simulaciones, Rodríguez construye dos escenarios que toman en consideración la ventaja en los sondeos y el éxito electoral de los candidatos independientes. En el primer caso (con independientes), BofA está proyectando en este momento una conformación de la próxima AN con un número de parlamentarios opositores que va desde 123 hasta 135. En el segundo caso, en una elección totalmente polarizada (sin independientes), la proyección va desde 136 hasta 144 escaños para la oposición.
Un panorama devastador para el chavismo.
Mantengo algunos desacuerdos con el análisis hecho en el reporte sobre el Gerrymandering (pues eso le costó al menos 6 diputados a la oposición en las elecciones de 2010). Y no hay claridad metodológica utilizada para la proyección del número de escaños, pero ciertamente, una ventaja tan abultada en los sondeos (con el poco tiempo restante) sienta las bases mínimas para considerar este tipo de escenario.
Entonces, ¿es posible que la Oposición pueda ganar la Asamblea Nacional? ¿Existe algún escenario en el cual los candidatos de la alianza de la Mesa de la Unidad Democrática puedan ganar 112 escaños?
Confieso que la primera pregunta es mucho más fácil de responder que la segunda. No existe ningún sondeo de opinión serio que no registre una ventaja considerable a favor de la oposición, pues la ventaja puede oscilar entre 15 y 26 puntos según la encuesta que se mire. Así que hoy no es ninguna imprudencia afirmar que hay una gran oportunidad para la oposición de ganar 84 escaños, si es capaz de mantener la ventaja en opinión pública.
Sobre la segunda pregunta (es decir: saber si la Oposición podría llegar a la Asamblea Nacional con mayoría calificada), he mantenido mis reservas porque no es sencillo que eso ocurra y falta mucho por ver.
De nuevo la variable “sistema electoral” juega un factor determinante. Aún cuando el sistema se diseñó para beneficiar a sus arquitectos originales (PSUV), en realidad lo que hace es sobrerrepresentar a quien obtenga la mayoría
Y hoy el chavismo es minoría. Así que los efectos de distorsión perfectamente se podrían devolver contra sus creadores. Ya ocurrió regionalmente en Zulia y Anzoátegui en las elecciones de 2010 y aquello ayudó a compensar los efectos de la manipulación de las circunscripciones.
Sin embargo, queda otra cosa por analizar y es muy importante: la ventaja histórica que ha mantenido el chavismo en el voto rural, con mayor peso que el urbano. Teóricamente el oficialismo parte con esa ventaja estructural, pero encuestas muy recientes en circuitos históricamente considerados como bastiones del chavismo están dando cuenta de una debacle. Y no estoy hablando del 23 de Enero en Caracas, del sur de Valencia ni de Ciudad Guayana. Me refiero a regiones como los Valles del Tuy en Miranda y algo que verdaderamente me impactó: el estado Portuguesa, otrora tierra absolutamente roja.
Las premisas con las que se construyen las proyecciones parlamentarias, que están basadas fundamentalmente en históricos de votación, pueden estar cambiando dramáticamente. Pensar hoy en una Asamblea Nacional con 101 curules (necesarias para obtener las tres quintas partes del hemiciclo) o 112 parlamentarios opositores no es ciencia ficción. Aunque algunos se resistan a creerlo.
Pero lo que no ha cambiado es que ésta no es una elección que se celebra en un contexto de normalidad: esto no es una “fiesta democrática”.
Hay que incorporar en el análisis elementos como las candidaturas creadas para dividir, el voto asistido, una campaña totalmente desequilibrada, la brutal dependencia económica, la ausencia o el secuestro e intimidación de testigos opositores y la posibilidad de un fraude perpetrado en muchos centros electorales. El chavismo aún cuenta con una base dura y carece de escrúpulos. Es en esencia un competidor tramposo que no quiere perder el poder y hará lo que sea para impedir este escenario.
Lo que sea.
Por el momento, mientras más pienso en un escenario de una Asamblea Nacional con mayoría calificada opositora, más pienso en la posibilidad de que estas elecciones no se den el 6-D. Ya hablaremos de eso más adelante.
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