José Guerra / El Nacional
No deje que nadie le venga a decir lo contrario: la Venezuela del 2015 es una economía socialista tal cual, esto mismito que estamos viviendo es el socialismo y mientras no se cambie de rumbo no hay mejora posible. Tampoco se trata de una fase intermedia, de un “vamos rumbo al”. No camarada, ya llegamos, no le falta nada.
El socialismo como sistema económico se basa en el rechazo de la iniciativa privada y la preeminencia de los controles administrativos para la toma de las decisiones económicas a todo nivel. Como las cosas nunca resultan como lo planean los burócratas, la respuesta siempre es arreciar aún más con controles de todo tipo, lo que invariablemente conduce a minimizar el papel de la propiedad privada y de los mercados formales. Al final, el resultado siempre es el mismo: estancamiento en la actividad económico, desempleo encubierto, inflación reprimida, escases crónica, mercados negros y, sobre todo, colas y listas de espera para conseguir cualquier cosa. Históricamente, el socialismo es un fenómeno casi exclusivo del siglo XX, cuando unos cuarenta países de todo tipo lo intentaron (cada uno a su manera), todos fracasaron y finalmente todos lo abandonaron, con la honrosa excepción de Corea del Norte que, a diferencia de Cuba, todavía no parece haber encontrado la puerta de salida.
En el siglo XXI, solo un país tuvo la peregrina idea de embarcarse en semejante paquete, no por decisión popular, pues en el referendo de 2007 la mayoría rechazó contundentemente la propuesta de reforma constitucional, sino por la tozudez de una élite unida por el rencor y los dólares, muchos petrodólares. El periodo 2007-2009 fue decisivo en su consolidación y ya en 2010 comenzó el irreversible colapso de las capacidades productivas nacionales, solo que a punta de renta petrolera y endeudamiento se medio ocultó el descalabró por un par de años. Desvanecido el velo petrolero, hoy día el socialismo se nos presenta a los venezolanos tal cual: una masificación de la pobreza y del estancamiento. No se trata de una caída transitoria de ingresos, sino de un desmantelamiento permanente de cadenas productivas, de modo que ni con una recuperación del precio del petróleo puede el modelo socialista sacarnos de la pobreza, mucho menos devolvernos calidad de vida. En términos políticos: con el Psuv, esto es el futuro.
Estoy entre quienes opinan que este 6 de diciembre, además de la elección de una nueva Asamblea Nacional, se celebra un referendo consultivo sobre el modelo económico que queremos transitar. La pregunta es muy sencilla: ¿Está Usted de acuerdo con el modelo socialista actual o prefiere recuperar el sistema de libertades económicas consagrado en la Constitución? Esa es la disyuntiva. Previendo la respuesta, el Gobierno ilegalmente eliminó de la consulta la elección de los representantes al Parlatino, pues el dato se podía tomar como una aproximación de las preferencias del voto nacional. Afortunadamente no hay escases de matemáticos y ya estamos trabajando en un modelo que extrapola con enorme precisión las preferencias nacionales con base en los resultados por circuito, algo difícil pero no imposible. Hasta ahora el margen de error es de apenas 5% y aspiramos reducirlo a 1%, de modo que esa misma noche del 6D podremos anunciar al país el porcentaje de votantes que a nivel nacional optan por el cambio. Quiéranlo o no, el socialismo va a referendo.
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