José Domingo Blanco (Mingo) / Runrunes
“Me quieren matar y tengo las pruebas…Ya verán cuando se las muestre. Un día de estos se las enseño. Querían matarme, yo tengo las fotos. Me lo dijo un pajarito. Tengo que cuidarme: decomisaron la china y las metras con las que pensaban cometer el atentado. ¡Qué susto!”. ¡Maduro, por amor de Dios, sé hombre de una vez por todas! Deja de hablar pendejadas y ponte los pantalones. El país está cayéndose a pedazos y si algo estamos deseando los venezolanos no es precisamente que te den un metrazo, que no te causará ni siquiera un chichón, sino que asumas como todo un varón, las responsabilidades y consecuencias de tus malas decisiones, de tu ignorancia e improvisación. A nadie convencen las vergonzosas pruebas que presentaste: esos supuestos “campamentos improvisados de estructura paramilitar” descubiertos en el Estado Miranda, los cuales se asemejan más a guaridas de recogelatas y pordioseros –que han aumentado en tu pésima gestión– que a la de grupos organizados y en entrenamiento, conspirando para asesinarte. ¡Entiéndelo! La tesis del magnicidio no te va a funcionar: no generará la solidaridad y compasión que buscas. Tus errores y desaciertos son muchos y, si algo deseamos los venezolanos, es que vivas –y mucho- para que, en su momento, cuando esta pesadilla por fin termine, tú y tus secuaces respondan ante la justicia y paguen por sus actos.
Termina de ponerte los pantalones largos y compórtate como un macho; no como un cobarde llorón. Antes de hablar de tu magnicidio, mira a tu alrededor y conduélete de la población que muere en manos del hampa, enlutando a centenares de familias venezolanas. Esas sí son víctimas. No tú, que tienes escoltas, chalecos antibalas, carros blindados y guardaespaldas. Antes de insistir en que te quieren matar; piensa en los enfermos que están muriendo por la falta de medicamentos que tu gobierno no produce. Antes de lloriquear asustado pensado que van a atentar contra ti, recuerda a la gente que está muriendo de hambre gracias a los planes de exterminio que lleva adelante tu régimen. ¡Eso sí es real! Esos sí están muriendo. Y si aún te quedan dudas, permíteme recordarte que, nosotros los venezolanos no tenemos cultura magnicida. Solo somos las víctimas de un régimen que desprecia, viola e irrespeta lo que es nuestro derecho, establecido en la Constitución.
No nos vengas con cuentos de camino que no se los traga ni un muchachito de primaria. ¿Hasta cuándo vas a seguir diciendo que tienes las pruebas de algo y no las enseñas? No eso que mostraste, que parece más el lugar donde se reúnen los recogelatas a dormir y pasar la pea. Ese día, cacareaste que en los próximos días anunciarías al país los detalles de la “conspiración que frenaron los cuerpos de Seguridad del Estado”. Y le pediste a tus cada vez más escasos adeptos estar alerta “ante el número de planes conspirativos que pretenden terminar con la Revolución Bolivariana”. Lo mismo dijiste de Leopoldo López en su momento: que tenías pruebas de que querían matarlo. ¡Preséntalas de una vez! Y que sean esos supuestos asesinos, y no Leopoldo, quienes estén detrás de las rejas. Permíteme recordarte que hay algo que se llama credibilidad, la cual se gana cuando lo que dices concuerda con tus actuaciones. Tu credibilidad se pelea el puesto con tus niveles, cada vez más decadentes, de popularidad. Basta de jugar a ser el dictador de una nación que te quedó grande.
Si Hugo Chávez pasó a la historia como uno de los peores mandatarios del país; tu trascendencia no será mucho más honrosa. Tú vergonzoso desempeño está lleno de errores que generan pena ajena. Tu informalidad e incompetencia se reflejan en cada una de tus decisiones. ¿O es que te parece que la última que tomaste te colma de sapiencia? La reducción de la jornada laboral para los empleados públicos, como parte de la estrategia que, supuestamente, enfrentará la emergencia eléctrica parece más un caprichito que una decisión técnica ampliamente justificada. Tú y tu régimen no agotan mi capacidad de asombro. A veces, me pregunto si estos niveles de improvisación, impericia e ignorancia tendrán límite. Y cuando creo que ya lo he visto todo: ¡saltan con medidas como estas que demuestran, una vez más, que lo tuyo es gerenciar por “ensayo y error”, sin pensar en las terribles consecuencias que generan en nuestro maltratado país! No has parado de decirnos que lo del Guri es por culpa de El Niño y no de ustedes, los únicos que no fueron lo suficientemente visionarios como para pronosticar el problema y comenzar, con mucha antelación, a construir la solución. Se cogieron esos reales y ahora somos los venezolanos quienes debemos permanecer sin electricidad; pagándoles con nuestros impuestos el salario completo a unos empleados públicos que desde el pasado 27 de abril disfrutarán de una semana laboral que se redujo a tan solo dos días.
La mayor demanda de electricidad es la residencial, y a ti y tu banda se les ocurre una “brillante” estrategia: mandar a los trabajadores del Estado, cinco días –léase bien: ¡cinco días!- para sus casas. ¿Y qué creen ustedes que harán estos señores con tanto tiempo libre entre las manos? Ver televisión, lavar y secar la ropa, saciar el hambre con visitas constantes a la nevera y cuanta cosa sea necesaria para estar entretenidos durante este asueto que les regaló el mandatario. Súmenle además que las clases, tanto en planteles públicos como privados, serán suspendidas los viernes. Por supuesto, es el sueño del flojo hecho realidad. Cada presidente gobierna apegado a sus principios. Los de Nicolás son el reflejo de quien, en sus años de autobusero, vivía de reposo en reposo.
mingo.blanco@gmail.com
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