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miércoles, 6 de abril de 2016

Punto de no retorno. Por Marianella Salazar


Marianella Salazar / El Nacional

Jamás el país entero había pedido a gritos un cambio como el de ahora. La población sabe muy bien que el gobierno no tiene ninguna voluntad para la rectificación, que su única disposición es poder burlar el abrumador mandato popular del verdadero revocatorio, expresado el pasado 6 de diciembre.

El país no solo clama la sustitución del ilegítimo que comanda la banda de delincuentes que se robaron hasta la última puya del tesoro nacional; sino que exige de los diputados que constituyen la mayoría en el Parlamento cumplir su promesa de cambio. Sin embargo, la Asamblea Nacional parece inmersa en una irreversible embriaguez, que la está adormeciendo en sus obligaciones más urgentes y expresas: la salida constitucional de Maduro y el llamado a elecciones libres y democráticas este mismo año. Sus discursos emocionados están llenos de verdades lacerantes, pero las acciones no terminan de ocurrir y angustia que todo lo que hemos logrado se vaya al traste con el estallido de la mil veces advertida implosión, que vemos llegar a la puerta, promovida por el gobierno al implementar un sistema de represión y una cadena de humillaciones, como el bochornoso engaño del 0800-SALUDYA en un país donde cualquiera se muere por falta de medicinas para tratar una infección sistémica; o de las inhumanas colas para adquirir productos de primera necesidad sin garantía alguna de obtenerlos, previa captación de las huellas, ventas por número de cédula, que alejan el apoyo popular y condenan al gobierno de Nicolás Maduro irremediablemente a su derrota.

Este peligroso momento de perturbaciones sociales puede ser aprovechado por grupúsculos formados por militares radicales, esos que en el futuro serán juzgados por violaciones de los derechos humanos o narcotráfico, que, como no tienen nada que perder, están dispuestos a jugárselas y darle un sablazo a la salida democrática y constitucional.

La Asamblea Nacional tiene que apretarse los pantalones, o acaso esperan que todos salgamos de nuestras casas hacia un punto de no retorno que solo haría esfumar la grandiosa victoria electoral en un trágico atornillar de la dictadura más depredadora conocida en Suramérica. Anunciaron un accionar de las vías para salir de Maduro, hablan de un referéndum revocatorio, pero la realidad es que solo queda un mes para que el CNE –cómplice y chavista– pueda activarlo y no sentimos que se ejerza la urgente presión que ese mecanismo requiere.

En cuanto al “colectivo” del TSJ, la Asamblea debería declararse en sesión permanente hasta promulgar de manera inmediata la ley que regule al máximo tribunal, hoy plagado de prontuarios criminales, y permita destituir, enjuiciar y encerrar a los magistrados que violan la Constitución abiertamente.

Por otro lado, un creciente sector de las academias y ex magistrados proponen la inmediata convocatoria a una asamblea nacional constituyente, que permita la renovación urgente de todos los poderes del Estado, donde la delincuencia chavista se atrinchera. Y lo más expedito es la declaratoria de nulidad del acto de juramentación del presidente de la República, por no presentar su partida de nacimiento original que demuestre que es venezolano por nacimiento; de ser colombiano está inhabilitado para ejercer el cargo y quedaría nula de toda nulidad su proclamación, por lo que procede su destitución. Entonces, señores diputados, si en el acta de proclamación de Nicolás Maduro, no se acató lo exigido en la Constitución, procedan a hacerla cumplir de inmediato, para que el pueblo y la historia se los agradezca. ¡Si no, que Dios y la patria os lo demanden!


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