Marianella Salazar / El Nacional
El régimen hambreador de Maduro no hace sino demostrar su inhumana crueldad al negarse a recibir ayuda de medicamentos y alimentos de gobiernos solidarios y de venezolanos en el exterior, que sufren tanto como nosotros con las penurias que pasamos en este infierno. Maduro es una desgracia casi satánica no solo para el país, sino para el propio PSUV, que se debate entre la división o su desaparición, empeñado en aferrarse al poder y dar al traste con el derecho constitucional del revocatorio. El intento por dividir a la oposición, así como el chantaje hacia los presos políticos, intentando canjear su libertad por el aplazamiento del referendo, ha tenido un resultado completamente opuesto y contundente. El liderazgo asumido por Henrique Capriles, como principal promotor de la consulta y la defensa de los presos políticos, ha sido decisivo, no solo para anular cualquier intento en la MUD de sucumbir a la trampa de un falso diálogo, sino que ha apuntalado una estrategia unitaria que confluye, junto a Leopoldo López, en una dupla imbatible, que pone a correr a los tácticos en guerra sucia. La sorpresiva gira suramericana de Capriles y sus encuentros con los presidentes de Paraguay y Argentina es una lección de cómo hacer las cosas cuando se requiere la efectividad que el momento político exige, en especial, antes del Consejo Extraordinario de la OEA que evaluará la aplicación de la Carta Democrática en Venezuela. Si a esto se suma la impresionante campaña internacional de solidaridad humanitaria –Rescate Venezuela–, liderada por Lilian Tintori, esposa del preso de conciencia Leopoldo López, podemos comprender las alarmas del régimen ante una presión internacional cada vez más intensa para que se convoque el revocatorio este año.
Los últimos movimientos políticos de Capriles, han provocado desconcierto en el régimen y demuestran la madurez y real liderazgo del momento, que indudablemente recae en Henrique y Leopoldo López. Sin embargo, Maduro, en un intento infructuoso de confundir y dividir, llama “jefe de la oposición” a Henry Ramos Allup, pero en ningún momento se refiere a sus inminentes sucesores: Capriles o López. El mismo Ramos Allup ha recordado que solo ejerce de manera circunstancial –hasta enero de 2017– la presidencia de la AN, cuando asumirá el diputado Julio Borges, a quien la semana pasada intentaron asesinar las bandas criminales del régimen, en las puertas del CNE.
Imprudencias
El país inició una etapa de transición y se enfila hacia una reconciliación nacional, así que es inaceptable seguir con descalificaciones excluyentes que tanto daño y división crean. Las erráticas declaraciones de la esposa del presidente de la AN, calificando a las mujeres chavistas como “sucias, feas y sin maquillaje”, son de una puerilidad tan grave como el momento en el que fueron emitidas. De igual manera, después de los saqueos y serios disturbios en Petare, La Urbina y El Llanito, que nos mantuvieron en vilo y a menos de 24 horas del homicidio frustrado al diputado Julio Borges, jefe de la fracción parlamentaria de la oposición, en lugar de hacer un acto de desagravio, el hemiciclo del Parlamento fue escenario de un extemporáneo homenaje a un grupo de diseñadores y artistas ligados a la moda. Quienes se embriagan con un poder efímero pierden contacto con la dura realidad, como ocurrió con la absurda autoproclamación de Pedro Carmona en 2002, aderezada de los aplausos frenéticos de quienes asistieron. Venezuela está sumida en una dolorosa crisis humanitaria, requiere de sabiduría, cualquier imprudencia, incluso del entorno de quienes dirigen ésta delicada operación política, puede costarles muy caro.
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