Marianella Salazar / El Nacional
En vez de parecer inocente de las graves denuncias hechas al gobierno y a varios funcionarios por vínculos con el narcotráfico, Nicolás Maduro se empeña en mostrarse como un cómplice. A las imputaciones hechas a los sobrinos de su esposa, presos en Nueva York, por los delitos de conspirar, para introducir droga en Estados Unidos, le ha seguido una acusación del Departamento de Estado contra el general mayor Néstor Reverol, ex director de la Oficina Nacional Antidrogas por haber brindado facilidades de paso, transporte y seguridad a grupos de narcotraficantes, según se desprende de la acusación del Tribunal Federal del Distrito Este de Nueva York. El mismo día de la acusación Maduro lo designó como ministro del Interior y Justicia, precisamente el cargo que tiene bajo su mando a la ONA, lo hace para encubrirlo y retar a la justicia estadounidense, no le importa el costo político ni ser señalado como el verdadero jefe del narco-gobierno que heredó de Chávez.
Como nunca antes, un gobierno y una Fuerza Armada están tan comprometidos con el tráfico internacional de drogas; el caso de las 30 maletas que hace más de 2 años salieron de Maiquetía –cuya seguridad es responsabilidad de la Fuerza Armada Bolivariana– y llegaron a París en un avión de Air France cargado con más de 1.000 kilos de cocaína fue uno más de los hallazgos que ubican al país como puerto de exportación de la mayor cantidad de droga que entra a Europa. En ese decomiso, como en tantos otros, las policías del mundo excluyen a los cuerpos de seguridad venezolanos de sus operaciones para que no sean abortadas. La declaración de Venezuela como narcoestado se viene preparando desde que el difunto Hugo Chávez facilitó las actividades de las FARC en el tráfico de armas y de drogas, y despojara a gobernaciones y alcaldías del control de puertos y aeropuertos para que la narcoguerrilla trabajara a su antojo. Chávez, incluso, logró que el presidente Santos accediera a enviar a Venezuela al narcotraficante preso en Colombia, Walid Makled, para evitar su entrega al FBI y la DEA y que mostrara las pruebas filmadas contra los narcogenerales que tenía en su nómina. Chávez protegió a sus hombres cuando el Departamento del Tesoro los implicó en actividades de narcotráfico: Henry Rangel Silva, Cliver Alcalá Cordones, Néstor Reverol, Hugo Carvajal, Ramón Rodríguez Chacín, entre otros, sin olvidar a “Diosdado somos todos”. Mientras Maduro no se caiga de la silla coja que lo mantiene tambaleante en Miraflores, permanecerán blindados. ¡Alegría de tísicos!
Darse el vuelto
Recrudece el interés por la administración del multimillonario Fondo Nacional Antidrogas, que recauda 1% de la ganancia neta de las empresas para ser empleado en la lucha antidrogas. El ex ministro del Interior general González López le había declarado una guerra a muerte al general Irwin José Ascanio Escalona, presidente de la ONA, que también administra el FONA, por dilapidación de los recursos y el destino dado a los bienes muebles e inmuebles incautados por los organismos de seguridad (GNB Y Cicpc). Según fuentes de inteligencia, Ascanio asignó esos bienes (aviones, vehículos, lanchas, yates, ganado y dólares) a sus allegados, cuando deberían ser empleados en la lucha antidroga. El ex ministro González López estaba convencido de que esos fondos iban a parar a las arcas del ex ministro Rodríguez Torres. El actual ministro, general Néstor Reverol, que además es miembro del Consejo Directivo de Administración y Exoneración de Bienes Asegurados e Incautados, Confiscados y Decomisados, le ha puesto el ojo al suculento fondo.
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