Claudio Fermín / El Nacional
El gobierno no encuentra el camino ni sabe qué hacer para normalizar el país, es decir, para devolverle la seguridad a los ciudadanos, el libre abastecimiento de bienes y la dotación de servicios públicos esenciales como luz y agua.
El 14 de enero de este año Maduro decretó una polémica emergencia económica y entró en rigor por sesenta días un paquete de medidas cuya vigencia fue extendida después hasta el mes de mayo. Fueron cuatro meses de anuncios, de cadenas presidenciales casi que a diario, de nuevas expectativas. Sin resultado alguno.
El 15 de mayo, no pudiendo extender la controvertida legalidad de la emergencia anterior, Maduro decreta un estado de excepción con el cual se gobierna hoy a Venezuela.
Si algo ha quedado comprobado es que ninguna relación existe entre tener todo el poder, absolutamente todo, y resolver los problemas de la economía, de los servicios públicos y de la inseguridad.
En estos siete meses de 2016 cuando por primera vez en dieciocho años el chavismo perdió la mayoría en la Asamblea Nacional, las mentes jurídicas del totalitarismo se las arreglaron para diseñar los decretos antes señalados, para extremar los poderes de la Sala Constitucional, integrar el Tribunal Supremo de Justicia con abogados de mandado y, en fin de cuentas, blindar “jurídicamente” los poderes absolutos concedidos a Maduro.
Para dar mayor sostén a esa arbitrariedad, el Presidente se arrodilló ante un privilegiado grupo de militares hambrientos de mucho poder, de más poder, y creó una improvisada empresa militar de minería, petróleo y gas, para que la oligarquía uniformada haga de las suyas aunque nada sepa de eso. Más recientemente, hizo de Padrino López una especie de zar de la economía poniendo en sus manos la responsabilidad del abastecimiento de bienes esenciales, alimentos y fármacos.
En suma, todo el poder. Decretos de excepción. Magistrados inclinados ante el Ejecutivo, sólo a la espera de instrucciones para hacer de las leyes y de los tribunales meros utensilios de los antojos del gobierno. Militares ciegos ante el desconocimiento y violaciones a la Constitución, mareados con el total control del aparato económico del Estado, lo que les atrae más que modestos camioneros y gandoleros quienes han sido y son sus víctimas en alcabalas y en fronteras.
Y todo ese poder de Maduro, para nada. Simplemente no sabe qué hacer. Sólo obedece al gastado guión de quienes creen que tener poder es gobernar.
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