Corría el año 2002. Ríos humanos protestaban contra el Gobierno de Hugo Chávez, en unas movilizaciones masivas como nunca la había vivido el país. Venezuela atravesaba una fuerte crisis política, pero el desabastecimiento, la inflación y el hambre no eran problemas relevantes.
Reyes Theis / Foto Andrea Hernández / El EstímuloAgosto de 2016. La silla presidencial es ocupada por Nicolás Maduro, sin el carisma y el arrastre de su predecesor y que según diversas encuestas cuenta con el rechazo del 80 de los ciudadanos. Una inflación de tres dígitos golpea a los venezolanos, mientras recorrer las calles del país es presenciar su tragedia por falta de alimentos y medicinas. No obstante, la gente es reacia a participar en las movilizaciones de protesta convocadas por la oposición ¿Qué ha ocurrido?
“Son ya 17 años de intensa actividad y discusión política. Grandes sectores de la sociedad venezolana se movilizaron y participaron activamente en la vida política del país pero después de grandes esfuerzos los logros fueron mínimos. Hoy en día la gente está agotada, cansada y concentrada en su mera supervivencia”, sostiene el psicólogo social Axel Capriles.
Considera que la sociedad venezolana está “sometida al miedo, a la desinformación y al cinismo moral” y alerta en que “estamos en un punto importante de inflexión entre la sumisión y la rebeldía”.
“El hambre y la lucha por la supervivencia son armas de dominación”, asegura Capriles y destaca que las personas que agotan toda su energía en la lucha por la supervivencia, no tienen fuerza para motivaciones de más alto nivel.
Crédito: Dagne Cobo Buschbeck
“Hay mucha desesperanza aprendida y la mayoría de los jóvenes profesionales están buscando alternativas en el exterior. Hay sin embargo mucho descontento e insatisfacción con los resultados de la Revolución Bolivariana”, sostiene.
El sociólogo Carlos Raúl Hernández, también ve en el hambre uno de los factores de dominación que potencia la inmovilización para la protesta.
“Varios estudiosos de la política han argumentado que en los momento de profundización del hambre, de la miseria, de la carencia de bienes, la gente dedica su tiempo a conseguir proteínas y no a la protesta política. La tesis de que el hambre genera revoluciones es falsa y se ha señalado más bien que los grandes procesos revolucionarios se han generado en momentos de auge económico”, indicó.
Entretanto, analistas y dirigentes de la oposición concuerdan que para que ocurra el cambio político en el país, el referendo revocatorio presidencial debe realizarse este año y para que esto pase sería menester la presión de la calle.
Al respecto, Capriles detecta otra debilidad que afectaría la capacidad de movilización de los factores disidentes del Gobierno: “Falta un nuevo liderazgo efectivo que pueda canalizar el descontento, dar significado a la lucha política y motivar otra vez a la población. Hasta ahora las protestas y manifestaciones han sido puntuales, desarticuladas, deshilvanadas. Hace falta un liderazgo que las articule, que convierta la falta de pan en movilización política”.
Faltan objetivos concretos
Iria Puyosa es una académica e investigadora venezolana que ocupa la dirección de la Maestría de Comunicación de la Universidad de las Américas en Ecuador y tiene una visión distinta de lo que ocurre.
“Sí hay una enorme disposición a la participación de parte de los ciudadanos y ha sido demostrado cuando hay que demostrarlo. A lo que hay una fuerte resistencia es al ir a una plaza a escuchar a un político dar un discurso. Ese tipo de actividades la gente las considera inútiles”, asevera.
Sostiene que después de tantos años de resistencia y de protesta, la gente ha aprendido a utilizar sus recursos. “Esto de ir a la plaza Brión o algún lugar similar a escucharnos a nosotros mismos no tiene ningún efecto, son vacíos de significado que no aportan nada al trabajo político. Daría la impresión que el ciudadano ha aprendido mejor que su dirigencia sobre la utilidad de este tipo de actividades”, cuestionó.
Puyosa destaca que cuando la convocatoria es para hechos que sí pueden tener efecto político, la gente se desborda y coloca como ejemplo la recolección de firmas del 1% para el referendo revocatorio (RR).
“Cuando los partidos esperaban que iba a ser un acto controlado y que principalmente los activistas de los partidos eran los que iban a firmar para la solicitud del revocatorio, fue totalmente desbordado por los ciudadanos que querían ejercer su derecho”, indicó.
Su conclusión es que si la gente no ve que existe una relación directa y práctica entre su acción y su resultado político concreto, no se mueve, “porque tiene otras cosas que hacer y considera que es irrelevante ir a un mitin”. Pero cuando hay que movilizarse, como en las elecciones legislativas, en la recolección de firmas para el RR y la ratificación de las mismas, “el ciudadano desborda las expectativas de los partidos”.
Memo a la MUD
¿Han amansado al pueblo venezolano como en Cuba?, se le interrogó al psicólogo social Axel Capriles. Él piensa que sí, “pero todavía tenemos vivo ese arquetipo del “alzao” que todos los venezolanos llevamos dentro”, responde.
Dice que el que “nos alcemos efectivamente para sacarnos la pata de encima, el que reaccionemos ante las refinadas técnicas de dominación de masas del castro-chavismo, va a depender de la dirección que logre dar el liderazgo a la insatisfacción popular. Y hasta ahora, la división que hubo entre los que propugnaron La Salida y el resto de la MUD y esa especie de oposición light que pareciera no medir lo que tiene enfrente, han contribuido a mantener a la población en tensa espera”.
Explica que una de las peculiaridades venezolanas es que tenemos una oposición que llama constantemente al orden, al respeto del orden establecido, que promueve la paz, la tranquilidad, las leyes, y que se mueve conforme a las normas y reglas del método democrático. “El Estado, por el contrario, es la fuerza subversiva que incumple las leyes y descompone las normas. Es un Estado en constante ofensiva en contra de una débil, prudente y paciente sociedad”, argumenta.
En ese sentido, sugiere que lo primero que debe hacer la oposición es “asumirse como tal”. Lo segundo –añade- “es reconocer la naturaleza psicopática del poder, reconocer a quien tiene enfrente” y una vez reconocido que “estamos en frente de una dictadura guiada por una voracidad de poder pocas veces vista que está dispuesta a permanecer en el mando a cualquier costo”, la oposición podrá reconocer a plenitud que su tarea “no es rogar por el respeto de las normas del método democrático, sino lograr la salida del gobierno para volver a instalar la democracia”.
Dice que para ello es preciso “una oposición mucho más dura, dispuesta a la confrontación, que canalice y articule el descontento popular para convertirlo en una potente fuerza en contra del Gobierno” y que “es preciso elevar el costo político de la represión para que el régimen se vea obligado a atender las demandas de la sociedad”.
Por su parte, Puyosa opina que lo que tiene que hacer la oposición es darle al ciudadano una agenda para la movilización. “Hacer cada actividad con un objetivo específico y que la gente evalúe cuál es la recompensa del riesgo que está tomando”, detalla.
Observa que una de las fallas en la convocatoria que la Mesa de la Unidad Democrática ha hecho para la “Toma de Caracas”, pautada para el primero de septiembre próximo, es que hay muchas dudas de lo que se busca. “Pero en la medida que se dé clara la información de lo que se va a hacer, lo que se va a demandar y qué se puede lograr, vas a tener movilización, porque venimos de una serie de eventos que lo han estado demostrado”.
Entretanto, Carlos Raúl Hernández, advierte que para esa movilización es importante que “se haga una convocatoria nacional donde se involucren diferentes sectores, los grandes gremios, movimientos sindicales e incluso sectores disidentes del chavismo. “Mientras más amplia sea la convocatoria y salga de la MUD hacia otros grupos, hay mayores posibilidades de que sea exitosa”, concluye.
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