Marianella Salazar / El Nacional
Con repugnancia y asombro el mundo entero abre los ojos ante la realidad que desnuda la fracasada dictadura narco-chavista de Nicolás Maduro. La penuria venezolana ha quedado registrada en las impactantes imágenes no imaginables de miles de venezolanos cruzando como “balseros cubanos de a pie” la frontera con Colombia para traer algo de comer a sus hogares. Escenas que parecen un viaje en el tiempo hacia la hambruna cubana del período especial, o al Muro de Berlín que separaba Alemania, o incluso a los refugiados muertos de hambre del oprobioso régimen de Milosevic. No hay parangón a esta gravísima situación en todo el siglo XX y en lo que va del XXI en América Latina. Ni los numerosos terremotos en Haití han dejado tanta miseria junta. Luego de 17 años padeciendo una economía distorsionada para el robo de una cúpula de delincuentes y la pauperización de la industria nacional, Venezuela hoy es el contraste entre la rimbombante boliburguesía ladrona, echona y nueva rica, hazme reír de la chismografía mundial y la pobreza del venezolano común y del profesional, cuyos ínfimos sueldos e ingresos los tienen tumbando mangos de los árboles para saciar el estómago, y a las grandes mayorías desfalleciéndose de hambre en las colas. Ante la sorpresa de todos, las incontenibles mujeres del Táchira han allanado el camino y cobraron los ánimos. La caída del régimen será posible cuando las gentes dejen de tener miedo al represor y se pongan en movimiento, como lo han hecho ellas. Sin ese impulso humano que mueve la historia, el Muro de Berlín hubiera durado más que la muralla china. Los acontecimientos en el país giran de prisa, la dirigencia opositora tiene que tener la sensibilidad para captar este momento y aprovecharlo a favor del referendo revocatorio, que se ha vuelto una necesidad existencial, no puede caer en la distracción de un diálogo falso, montado desde La Habana, para prolongar la agonía de un régimen títere, cuya caída es irreversible. Los tiempos del diálogo en Venezuela se agotaron, estos son los tiempos del revocatorio, la única vía no de facto que permitirá iniciar una transición a la democracia, que ya se activó el pasado 6-D. La situación se le puso al gobierno color de hormiga: con el cambio acaecido con las grandes movilizaciones del pueblo y los sólidos liderazgos que interpretan el descontento, representado por Capriles, López, Ledezma y María Corina Machado –contrapeso que ha permitido desenmascarar la jugarreta que pretende oxigenar al régimen–, la salida es cuestión de poco tiempo.
La ballena aliñada
La conversión del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, en supra poder, al que el resto de los ministros quedan subordinados, y la designación del general mayor Antonio Benavides Torres como comandante de la Guardia Nacional, han sido impuestos desde La Habana para refrenar la calle en la etapa final. El nuevo comandante de la GNB es experto en contención de manifestaciones, su actuación al frente del Core 5 demuestra su disposición a métodos siniestros, conocidos como “la doctrina Benavides”, para el restablecimiento del orden público. Inventó la “ballena aliñada”, que contiene agua mezclada con químicos de las bombas lacrimógenas, a las que previamente desactivan, sustraen su composición y se la añaden al agua. Produce desvanecimiento y una terrible afección en la vista y en el aparato respiratorio de los manifestantes. Benavides Torres es uno de los funcionarios sancionados por el gobierno de Estados Unidos por incurrir en violación de los derechos humanos durante las manifestaciones del año 2014.
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