Fausto Masó / El Nacional
Una grave equivocación ha sido para el Papa recibir en el Vaticano al señor Nicolás Maduro, el máximo responsable de que Venezuela esté padeciendo una crisis humanitaria y del despotismo político con su cortejo de represión y deprecio por los derechos humanos, además de una masiva corrupción.
Estas realidades no son especulaciones interesadas de un católico venezolano, son expresiones que han sido manifestadas en declaraciones formales e informales de los obispos venezolanos, tanto reunidos en Conferencia Episcopal, como a título personal. Pocos como los obispos conocen tan a fondo la trágica situación de Venezuela, que no es producto del azar sino de los desafueros de una hegemonía despótica y depredadora, que los venezolanos rechazan por abrumadora mayoría, y que tantos ya califican de dictadura. El Papa Francisco tiene buenos amigos acá que le transmiten las noticias sin matices ni adornos, aunque quizá ese no sea el caso del señor Nuncio. Empeñarse en un diálogo con una hegemonía despótica no parece congruente con la Doctrina Social de la Iglesia. En Venezuela no hay dos partes en un conflicto de equilibrios. Hay un poder establecido que tiene sumido al país en la ruina material y la ruindad política, y hay una mayoría clara que aspira a cambios de fondo para empezar una nueva etapa de nuestra historia.
Maduro y su maquinaria de propaganda ha usado y abusado de la reunión sostenida con el Papa, como si se tratara de una legitimación y hasta de una bendición. Eso perjudica al pueblo de Venezuela. La referida reunión ha suscitado una gran decepción en densos sectores de la nación venezolana. Ojalá que el Estado del Vaticano ayude a superar el horror que vive el conjunto de los venezolanos, y no apuntale a Maduro.
En los Estados Unidos la campaña ha demostrado que el señor Trump sería un terrible presidente. Trump sin escrúpulos ha explotado las tensiones raciales. Su forma de ser, su temperamento lo vuelven un personaje funesto para ocupar la Casa Blanca, el líder del mundo occidental y de las fuerzas militares más poderosas, que con solo apretar un botón provocaría una conflagración nuclear
Si pudiéramos votar en Estados Unidos dudaríamos en favorecer al señor Trump que ha prometido disminuir los impuestos a los ricos, establecer tarifas proteccionistas lo que les haría la vida más costosa a los pobres. Por eso el voto del mundo favorece a Hillary Clinton, aunque muchos la rechazan por sus grandes errores políticos, por representar una maquinaria que favorece a la familia Clinton, pero que la alternativa a la señora Clinton se llama Trump.
Hillary está mejor preparada, posee experiencia internacional.
Hillary sería la primera mujer que ocuparía la presencia de los Estados Unidos en toda su historia. Esta no es una razón suficiente para votar por ella, pero sin duda le atraerá la simpatía de las mujeres porque representaría que ellas han avanzado en USA, y como sucede a menudo en Europa e poder no es solo cosa de hombres.
Estados Unidos enfrenta un mundo cambiante, Rusia está dejando de ser un gran poder, pero discretamente China ha ocupado su lugar con un poder mucho mayor y con la posibilidad real de volverse la dueña del mundo en unas cuantas décadas. A los chinos los sobra la paciencia, actúan como si pensarán que el tiempo juega a su favor porque una China modernizada, con la mayor población del mundo controlaría la política internacional. Quizá el siglo XXI será reconocido como el siglo de los chinos.
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