José Domingo Blanco (Mingo) / Noticiero Digital
Coincidí en el ascensor con un vecino que, en dos palabras, resumió la situación de los venezolanos: “estamos jodidos”. Y me temo que, a pesar de que me gustaría opinar lo contrario, coincido con él. Llegamos otra vez al punto “ciego” en el que hemos estado en otras oportunidades. Porque no es la primera vez que la oposición cae en la trampa del diálogo. No es la primera vez que accede a reunirse con los representantes del desgobierno para plantear sus peticiones. Solo que en esta oportunidad, en un intento por resolver la crisis que enfrentamos, el papa Francisco –nada más y nada menos que el máximo representante de Cristo en la Tierra– interviene y manda a un emisario de la Iglesia para que siente a la oposición y al régimen en la misma mesa, los ayude a dirimir las diferencias y se establezcan acuerdos.
Pero una de las partes en conflicto es como un muchacho malcriado y camorrero, que no quiere dar su brazo a torcer. Y al mejor estilo de un mocoso peleón, apenas el papa dé la espalda pensando que logró reconciliación, volverá a entrarse a puños, se burlará de los acuerdos, incumplirá las promesas y las verdaderas víctimas de esta tragedia –nosotros, la sociedad civil– seguiremos sufriendo las consecuencias de vivir en un país arruinado, destruido y gobernado por malandros.
Porque, a mi juicio, el diálogo es una trampa cazabobos, por más que en esta ocasión el nuncio apostólico actué como mediador imparcial del debate. Ya todos conocemos las artimañas, engaños, rencores y maldad de este régimen. No es la primera vez que los vemos encogidos de hombros, aparentando un falso arrepentimiento y deseo de enmienda. Basta que los árbitros den la espada para que el régimen olvide los convenios y siga dando dentelladas y zarpazos a quienes se le oponen en su camino a la perpetuidad en el poder. Me cuesta creer que en esta oportunidad será distinto: aun cuando dialogar con la oposición haya sido la penitencia que el papa Francisco le impuso a Nicolás.
La MUD tiene una lista de peticiones que exigirle al régimen; un régimen que, muy astutamente, vuelve a ponerse el disfraz de corderito manso y bondadoso para fingir que está dispuesto a encontrar salidas conjuntas. Tendría que mudarse el Vaticano a Venezuela para lograr que Maduro y sus secuaces actúen con la disposición que, en apariencia –y solo en apariencia– dicen tener. Porque, de otra manera, como ya lo demostraron en los minutos siguientes al primer encuentro “pre diálogo, pre exploratorio”, la soberbia y el verbo altanero será el que siga imponiéndose, bajo el amparo de leyes maleables a sus antojos y caprichos. Porque escuchar a Nicolás diciendo –después de la reunión con un sector de los opositores– que los felicitaba porque “están cogiendo mínimo” o referirse a Voluntad Popular como un partido de terroristas, muestra su verdadero talante.
Cuando una parte de la MUD le concede el beneficio de la duda al desgobierno y se sienta a dialogar, lo oxigena y lo ayuda a liberarse de la presión que la sociedad civil está ejerciendo para exigir un cambio de timón. No es la hora del guabineo, porque el guabineo nos ha dejado 18 años de pesadillas, saqueos y destrucción. Es muy difícil creer que un malandro, luego de años en prisión, se regenera. Un malandro no entiende de diálogos ni acepta órdenes, ni se gana el respeto de los otros haciendo lo correcto. Un delincuente amenaza, castiga, tortura, abusa del poder que se ha ganado a costillas del miedo de sus víctimas y de los mecanismos violentos que tiene para imponer su voluntad. Y los venezolanos estamos claros de quienes son los que nos gobiernan: solo basta mirar las posiciones deshonrosas que ocupamos en los peores rankings mundiales.
Esta conversadita del pasado domingo, con fotos para la posteridad, palmaditas en el hombro y unas cuantas libretas de excarcelación para algunos presos políticos son como el chupón que se le mete en la boca al niño llorón, al que no se le quiere hacer caso y al que, efectivamente, no se le prestará atención. ¿Cuántos de los puntos presentados por un sector de la oposición a Nicolás se van a cumplir? ¿Cuántos corruptos de este régimen salvarán sus cabezas a cambio de las peticiones que presentó la MUD? ¿Qué sabe la MUD, que no sabemos nosotros –el resto de los venezolanos– que los llevó a asumir este costo político de sentarse a hablar con Maduro, cuando lo que la sociedad civil está pidiendo a gritos es un cambio radical de gobierno, con cualquiera de las opciones que permite la Constitución? ¿Ustedes creen que los chavistas/maduristas están dispuestos a ceder para soltar lo que por años les ha permitido tantos lujos y beneficios? ¿Qué podemos esperar de un régimen que tiene “narcosobrinos” y alianzas con personeros de la más dudosa reputación? No nos queda tiempo para ser ingenuos. No estamos frente a niños inocentes, con deseos de hacer las cosas bien: estamos frente a pranes, asesorados por los Castro, expertos en totalitarismo y destrucción.
Me cuesta concederle a los dialogantes el beneficio de la duda, por más que me digan que no debo perder la fe, y recordar que tiranos que se creían más poderosos fueron derrocados. Me cuesta creer que esta vez, Nicolás, Diosdado, Jorge, Héctor, Delcy, Aristóbulo, Elías y el resto del clan van a poner la soberbia a un lado y ceder lo que tantos beneficios les ha reportado. Me cuesta no concederle la razón a mi vecino… “estamos jodidos”.
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