Por Luis Vicente León | Prodavinci
Fue una sorpresa el triunfo de Trump? No. Puede lucir insólito que un personaje de comiquitas gane las elecciones en la economía más grande del mundo, pero no fue una sorpresa. A pesar de los ataques que se han hecho a las encuestas, justificados por las fallas que registraron en las proyecciones electorales del Brexit y en el proceso de paz en Colombia, la verdad es que en el caso de las elecciones norteamericanas, la información proveniente de las encuestas siempre mostró una situación muy cerrada, con una ventaja no determinante hacia Clinton, que de hecho se cerró tanto las últimas semanas y obligó al presidente Obama a salir a la calle para tratar de evitar el desastre, que de todas formas ocurrió. De hecho, el resultado final muestra que la votación nacional por la Sra. Clinton fue superior a la de Trump, sólo que el sistema de elección americana, por colegios electorales, le dio la ventaja al candidato republicano. Simplemente ahí ocurrió uno de los escenarios previsibles.
Pero lo más importante es que este resultado nos muestra que el populismo y el nacionalismo siguen siendo populares, incluso en países que se suponen modernos. La campaña derechista de Trump puede compararse, estratégicamente, con la ejecutada desde el extremo contrario de la izquierda, por el presidente Chávez. Sus características comunes son evidentes: fueron campañas disruptivas, tratando de romper los esquemas convencionales. El lenguaje usado por los candidatos era agresivo y coloquial. Estaba dirigido directamente a las masas populares, tocando la fibra de sus frustraciones sobre el status quo. Ambos construyeron enemigos abstractos, explotaron el sentimiento nacionalista más primitivo. No pretendo comparar a Chávez con Trump. Ese sería un ejercicio más complejo. Sólo quiero decir que las estrategias utilizadas por ambos líderes tiene muchos elementos en común.
¿Qué mensajes tiene este triunfo de Trump para Venezuela? Si consideramos sus ofertas electorales, encontramos varios elementos para proyectar su gobierno. La primera es su amenaza de construir un muro en la frontera de México. No importa si ese muro es de piedra o virtual. Lo que está en el fondo es el mensaje de segregación a ese país y a toda la región. El triunfo de Trump concretiza y fortalece aún más la poca prioridad que Latinoamérica tiene para EEUU y podría disminuir las pocas experiencias de apoyo real que existen hoy. El retroceso de la relación de EEUU con Cuba es otra de las promesas electorales de Trump, bien recibidas por cierto por los líderes republicanos en el Congreso. Y el tema de la relación petrolera entre Venezuela y EEUU también estará en la mira, sólo protegida por el nivel de dependencia que quede en función de los intereses estratégicos de Estados Unidos.
A nivel político, Trump ha sido enfático al criticar la situación en Venezuela y ha ofrecido ayudar al país. Muchas gracias. Pero considerando el personaje, esa ayuda significa radicalizar su posición frente al gobierno pero en términos de sanciones y acciones diplomáticas unilaterales. Por la experiencia mundial al respecto, el resultado esperado es el anclaje de los gobiernos sujetos a la sanción. El fortalecimiento de las tesis locales del enemigo externo que unifica sus fuerzas y la creación de ejércitos de Kamikazes, afectados por las sanciones, a quienes no les queda más remedio que defender su permanencia como sea, cerrando cualquier posibilidad de negociación para la solución pacífica.
Con todo esto en mente, la verdad es que me cuesta encontrar los elementos positivos de este triunfo de Trump para Venezuela, aunque espero sinceramente equivocarme, algo que celebraré.
luisvicenteleon@gmail.com
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