En la práctica, ser socialista significa pensar más con el corazón, que con la cabeza. Es harto conocido que todos, absolutamente todos los partidos, tanto de la oposición como del Gobierno (empezando por el PSUV) son socialistas y los linderos con el comunismo parecieran que no están claros. Para colmo todas estas agrupaciones políticas son populistas y paternalistas
Por Ernesto Garcia Mac-Gregor / La Verdad
En términos amplios y modernos, el socialismo democrático que existe en los países de Europa y el que ha gobernado a Venezuela, como la socialdemocracia (AD) y el socialcristianismo (Copei) son socialismos moderados que rechazan el comunismo, la revolución violenta y en general, se apegan a la democracia, al pluralismo político y a las libertades.
Nada que ver con el Socialismo del siglo XXI que es comunismo puro como lo definió Fidel, o como lo expresó Chávez en el año 2004: “no están locos los que plantean el comunismo en Venezuela, simplemente, no es el momento”. Pues ya llegó ese desdichado momento, sin embargo, el Gobierno evita usar la palabra comunismo por el rechazo universal a este sistema opresor. Cuando la propaganda oficial expresa “Hecho en socialismo” debería decir “Hecho en comunismo”.
Cuando se habla del fracaso del Socialismo en todas las partes del mundo se refiere al comunismo, pero en seguida saltan los “tontos útiles” del socialismo democrático a defender su posición lo cual trae confusión. Porque es harto conocido que todos, absolutamente todos los partidos, tanto de la oposición como del Gobierno (empezando por el PSUV) son socialistas y los linderos con el comunismo parecieran que no están claros. Para colmo todas estas agrupaciones políticas son populistas y paternalistas, no por convicción social sino por conveniencia de votos.
En teoría, ser socialista significa ir contra lo rígido, lo tradicional, la injusticia social, la opresión, ser idealista, romántico y soñador. Desde ese punto de vista, todos somos socialistas. Pero en la práctica, ser socialista significa pensar más con el corazón, que con la cabeza. Y eso es lo que ocurre cuando los ideales se forjan sobre los instintos y no sobre la razón. Cuando la respuesta (emocional) está motivada por la sensibilidad social inmediata y no por el raciocinio y la realidad.
Cuando esto sucede, el culto a la emoción prevalece y damos la espalda a la verdad que nos perturba, para entregarnos al espejismo que nos reconforta (cuando un pobre invade un terreno, sólo se piensa a favor del pobre y no en el problema que éste está creando). ¿Cómo vamos a salir del comunismo si la oposición es socialista? Que oiga quien tiene oídos…
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