Carlos Blanco / @carlosblancog / EL NACIONAL
El título es un lugar común usado en muchos contextos para afirmar que se pueden hacer dos actividades a la vez. En realidad, se pueden hacer muchas a la vez: pensar, caminar, tomarse un trago, sudar y consultar el teléfono. Multitasking lo llaman. Sin embargo, es analogía engañosa cuando se trata de convencer que se puede andar en dos direcciones opuestas simultáneamente; o cuando se propone la salida del régimen de Maduro y se adoptan políticas que lo pueden perpetuar.
Tal es el caso de la inscripción de candidatos para la supuesta elección de gobernadores que habría en diciembre.
Se argumenta que nada se pierde con inscribir a unos personajes –sean o no los candidatos reales– y luego se va a la elección si hay condiciones, o no se concurre si hay obstáculos insuperables en el camino. Total, se puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo según la filosofía de orilla.
De todas las respuestas a esa tesis la mejor es la impecable de Gustavo Tarre Briceño, quien con su estilo pausado y riguroso aclaró el panorama.
Lo que deseo añadir en esa dirección es un argumento que apunta al núcleo central de la estrategia opositora. Las fuerzas democráticas han perfilado una fuerza descomunal en los meses recientes de 2017. Esa fuerza ha estado vinculada a un objetivo que es la salida del régimen de Maduro. Su salida; no la modificación de su actitud, sino su salida. Las protestas, las marchas, los caídos, los prisioneros, los torturados, los exiliados y los enjuiciados, los que siguen y siguen, lo han hecho con esa finalidad. La Asamblea Nacional ha invocado la rebelión, ha destituido a Maduro, ha aprobado el recurso a los artículos constitucionales 333 y 350, ha convocado un plebiscito, vinculante para esa Asamblea y para la oposición, con el propósito no intercambiable de la cesación del régimen. Ese medio o instrumento –la fuerza popular– ha sido desarrollado alrededor de un fin –el cambio de régimen–. Ahora, porque variados partidos estimen que el camino adoptado no es exitoso o porque algunos crean más conveniente que la eventual salida de Maduro se produzca en 2019, alterar radicalmente el objetivo (supone no insistir en la salida de Maduro sino en admitir su permanencia hasta el fin del supuesto mandato) se desconecta, de manera radical del instrumento construido, de la fuerza acumulada.
Creo que los partidos que están adoptando ese camino –para seguir con expresiones ya ajadas– botan el agua sucia y… al bebé también.
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