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lunes, 30 de abril de 2018

La incertidumbre crítica. Por Luis Vicente León


Luis Vicente León / Prodavinci

La semana pasada hablamos de los supuestos que asumíamos como marco para los escenarios venezolanos. Resumiendo, diría que suponemos que la votación ocurrirá en la fecha prevista, que no habrá cambios en las condiciones electorales, será evento no competitivo y la oposición se mantendrá dividida alrededor de votar o no votar.

Pero ¿cuál es la incertidumbre crítica que define esos escenarios?

Para algunos, la incertidumbre es si la oposición puede ganar la elección aprovechando su evidente mayoría (un dato absolutamente claro y concreto) o si el resultado está cantado negativamente, al mezclar la falta de condiciones electorales mínimas con la abstención natural e inducida, principalmente proveniente de la misma oposición.

Para otros, ésa no es una incertidumbre, pues dan por descontado que el evento electoral es una farsa imposible de ganar para cualquier opositor y que ir a él es convalidar un proceso ilegítimo, perdiendo terrenos y fracturando incluso el apoyo internacional que la oposición ha logrado consolidar en los últimos meses. Es argumentario absolutamente racional. Para este grupo, la incertidumbre real es si la consolidación del triunfo “esperado” de Maduro desencadenará en acciones internacionales tan profundas que sacarán al gobierno del poder y rescatarán la democracia y los derechos o si, por el contrario, el país está condenado a una autocracia sin tiempo definido.

Yo tengo otra lectura sobre la incertidumbre crítica que define los escenarios. Recojamos parte de los planteamientos de los dos grupos opositores en pugna y metámoslos en la licuadora. Del primero tomamos que la oposición a Maduro es una franca mayoría y que, si se manifestara electoralmente, tendría una avalancha de votos difícil de ocultar. Pero, agreguemos que el segundo grupo tiene razón cuando dice que, para el gobierno, ese triunfo opositor sería inaceptable y con costos infinitos, por lo que estaría dispuesto a hacer lo que sea necesario para evitarlo y la votación, en sí misma, no representa una incertidumbre en términos del resultado y menos controlando el gobierno toda la institucionalidad en ejercicio de poder, legítimo o no.

¿Esto quiere decir, entonces, que no es importante el resultado numérico de la votación, ya que éste no sería reconocido? Aunque ambos grupos tienen razones de peso, la mayoría de los análisis que he oído y leído para apoyar una u otra alternativa fallan en un elemento central. La votación sí podría ser relevante y definir escenarios, pero no porque pudiera ser respetada espontáneamente, sino porque una votación masiva y mayoritaria, que sólo puede venir de la oposición, podría ser utilizada como excusa por el chavismo (civil y militar) que se sienta amenazado de sanciones y aislamientos para presionar su reconocimiento. Aquí está la real incertidumbre. ¿Será que se produce una implosión del chavismo ante el riesgo al cruzar la frontera hacia una autocracia aislada? ¿Será que se produce el extraño match entre la votación de los opositores y la defensa chavista de ese voto para salvarse y exigir el reconocimiento del triunfo de Falcón, con quien podría plantear una negociación política, un gobierno de transición y un sistema de protección a futuro? ¿Una lavada de cara magistral, alrededor de una votación de su adversario tradicional, que ahora puede convenirles una vez que el futuro pinta negro?

Ésta es, para mí, la incertidumbre crítica y, como tal, no sabemos si ocurrirá o no, pero los valores que puede tomar esa variable definen las rutas que podría seguir el país y, de acuerdo con ella, se construyen los diferentes escenarios que culminaremos desarrollando en nuestra última entrega la próxima semana.


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