Fausto Masó / El Nacional / ND
Al ministro de Turismo le convendría pasar unos días en Aruba para apreciar cómo Venezuela ha perdido estos 14 años, mientras esa pequeña isla los ha aprovechado sin que el turismo haya corrompido las buenas costumbres. En Aruba todos viven del turismo y viven mucho mejor que los venezolanos después de 14 años de chavismo, poseen un sistema con seguridad social que cuida de los pobres y al caminar de noche nadie se juega la vida, no se ven ranchos ni mendigos y todos tratan con respeto, y sin sumisión, al turista.
Venezuela posee 100 veces los atractivos de Aruba pero a Venezuela la visitan 1.000 veces menos turistas, y se ha vuelto una locura viajar de noche por las carreteras, y hacerlo de día requiere mucha paciencia por autopistas en ruinas; obra, esa catástrofe, claro, de la revolución.
Esta revolución no mentía en muchas de sus denuncias pero se ha equivocado en las soluciones, armada de sus supuestas buenas intenciones construyó un infierno. ¿Por qué permitieron destruir el litoral, saquear el hotel Meliá y el Sheraton, acabar con la red hotelera privada en el país y las líneas aéreas?; ahora creen que bastará para reconstruirlas con comprar aviones, a realazos cuando en el mundo los países abandonaron el cuento chino de las líneas aéreas nacionales.
Aplaudiríamos la intención del ministro de resucitar el turismo, con tal de que se atreviera a abrirle los brazos a la inversión privada, nacional o internacional, grande y pequeña. No se atreverá, igual que Maduro, a sepultar el legado económico de Chávez, a sacar a Giordani del consejo del Banco Central, por ejemplo. Así pasa el tiempo y las supuestas buenas intenciones de Maduro no impiden que el dólar maldito siga agarrando vuelo hacia el infinito y el desmantelamiento del país. Un consejo sincero a Maduro: lea y estudie el libro El legado de Chávez de José Guerra.
El enorme error de la revolución que comparte con la oposición fue olvidar que no todo en el pasado fue malo. Al contrario, el mundo sigue políticas que se originaron en Venezuela en los primeros tiempos de la república civil; rechaza los golpes de Estado, aun los que parecen justificados, como el de Egipto, porque la Doctrina Betancourt impera en los cinco continentes, cuando en sus orígenes Venezuela, contra viento y marea, rechazaba reconocer los golpes de Estado hasta volverse por eso una isla democrática en un mar de dictaduras. El tiempo le dio la razón tanto a la Doctrina Betancourt como a los hombres que fundaron la OPEP, Pérez Alfonzo y el mismo Betancourt.
Todo esto lo leemos en Cuando Venezuela tenía razón, el tomo reciente de las memorias de Enrique Tejera París, un verdadero cuento de hadas que nos habla del interés internacional por nuestro país y la admiración que despertaba la naciente democracia venezolana; el enérgico rechazo del presidente Leoni a la agresión de Estados Unidos contra Republica Dominicana, llamó indignado a Tejera para que desde la OEA condenara esa invasión. Fueron los tiempos en que Venezuela tenía razón…
En resumen, lee Maduro, lee, aprende y rectifica.
Y otra cosa, a votar en diciembre, con las dos manos, llueve, truene o relampaguee.
Obvio.
@faustomaso