Expropian y entregan la gerencia de empresas productivas a obreros que aún llevan consigo el fardo de prejuicios, consecuencia de costumbres ancestrales que los hace insensibles a cualquier incentivo o deseo de superación, y que de gerencia empresarial no tienen la menor idea
Por Ernesto García Mac Gregor / La Verdad
Aunque las supuestas intenciones de este populismo dilapidador sean buenas, su condición de clientelismo político más que de política social, hace que los resultados finales sean contraproducentes. El propósito verdadero del reparto desmedido a través de tantas misiones es fomentar el "pan y circo", para hipnotizar a la población mientras la cúpula chavista se atornilla en el poder y así lograr implantar el comunismo.
Un país que trata de salir del lodazal del subdesarrollo necesita del esfuerzo laboral colectivo de su gente. Pero en vez de forjar incentivos, hábitos de trabajo, autonomía, superación y enseñar a pescar, lo que se hace es regalarle el pescado. La nueva legislación del trabajo eliminó las horas extras, ha disminuido los días laborales, ofrece vacaciones hasta de 46 días anuales, permisos de embarazo de casi un año, todo lo que redunda a la larga, en menos empleo.
Ese sistema funcionará en Suecia, donde todo el mundo produce y paga impuesto, pero no aquí, donde el 60 por ciento de la población tiene que ser mantenido por el Estado. Uruguay, "la Suiza de América" sucumbió ante progresistas leyes laborales que hicieron que existieran más jubilados y burócratas que trabajadores activos.
El chavismo crea miles de micro sindicatos que infiltran las empresas con la finalidad de quebrarlas. Se cambia aquello de la explotación del hombre por el hombre, por la explotación del hombre por Estado absolutista.
Expropian y entregan la gerencia de empresas productivas a obreros que aún llevan consigo el fardo de prejuicios, consecuencia de costumbres ancestrales que los hace insensibles a cualquier incentivo o deseo de superación, y que de gerencia empresarial no tienen la menor idea.
Permiten que gigantescas haciendas con alta tecnología y producción sean invadidas por peones conuqueros, recelosos de la innovación, que portan consigo la indolente ociosidad de los naturales y que con la inercia del conformismo destruyen todo. Así no se hace patria. Que oiga quien tiene oídos...