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domingo, 13 de octubre de 2013

El golpe de Maduro. Por Fernando Ochoa Antich


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FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL

La decisión de Nicolás Maduro de presentar ante la Asamblea Nacional una Ley Habilitante ha tomado, a mi criterio, el cariz de un golpe de Estado. En su discurso de solicitud de poderes especiales planteó claramente los objetivos de esta ley al afirmar que su finalidad era combatir la corrupción desbordada en nuestra sociedad y enfrentar una supuesta guerra económica, dirigida contra nuestro pueblo por sectores de la burguesía nacional al crear una serie de distorsiones como son la especulación, el acaparamiento, el contrabando, el mercado de divisas ilegal, que bautizó como el Cadivismo, la cual busca, según él, controlar la renta petrolera. "A esa burguesía nacional parasitaria e importadora le sigue correspondiendo el 70 % del Producto Interno Bruto, queriendo decir que la dinámica económica todavía está lejos del socialismo".

Aclarar algunos de estos puntos es de una importancia capital. Lo primero que se debe decir, con gran firmeza, es que la corrupción desbordada en Venezuela es exclusiva responsabilidad del gobierno nacional. La oposición democrática no tiene nada que ver con el saqueo que se ha hecho del erario nacional. El régimen chavista tiene catorce años controlando totalmente el poder. Los casos señalados por Nicolás Maduro, de supuestos casos de corrupción de miembros de la oposición, son absolutamente insignificantes. Al contrario, los hechos de corrupción ocurridos durante estos catorce años son de una gravedad tal que es imposible no recordarlos. Voy a enumerar algunos. Lo sorprendente, es que en esos casos la responsabilidad del fallecido presidente Chávez es inmensa.

No es posible olvidar, ya que fue un escándalo nacional, el caso del maletín que portaba Guido Antonini Wilson, con 800.00 dólares, enviado por nuestro gobierno para la campaña de Cristina Fernández de Kirchner; tampoco el escándalo que rodeó la gestión de Tobías Nóbrega y Rafael Isea en el ministerio de Finanzas y mucho menos el enriquecimiento indebido de Alejandro Andrade desde la Tesorería Nacional. En el caso de estos dos últimos personajillos es más que conocida su cercanía a Hugo Chávez. De todas maneras, esa no es su principal responsabilidad. Uno de los principios fundamentales del manejo de las finanzas públicas es el control. De allí la importancia de la unidad del Tesoro en el manejo del presupuesto nacional. Al romperla, como lo hizo Hugo Chávez, creó la condiciones para el saqueo nacional.

El combate a la corrupción, sin autoridad moral, es imposible realizarla, pero aún es más difícil engañar a nuestro pueblo con la bendita tesis de la guerra económica. Es verdad, que la campaña de propaganda es inmensa, pero el tiempo le hará ver a los venezolanos que el colapso nacional se origina en la equivocada orientación política y económica que tiene este régimen. Todos recordamos cómo Hugo Chávez fue destruyendo el aparato productivo nacional con las absurdas expropiaciones. Sus consecuencias están a la vista: creó una economía de puerto que lo único que generó fue empleo en otros países. Las importaciones exigen divisas. Dolorosamente, cada día hay menos. La destrucción de Pdvsa no permite generarlas. También hay que recordar el despilfarro y la corrupción.

Lo más delicado del discurso de Nicolás Maduro es su intención de utilizar la Ley Habilitante para destruir el sistema capitalista vigente en nuestro país con la finalidad de establecer un régimen socialista. Esta acción exigiría una reforma constitucional, aprobada popularmente mediante un referendo aprobatorio. Eso es muy difícil lograrlo, ya que en Venezuela más del 80% de la población rechaza ese sistema económico porque conoce perfectamente las tragedias de la Unión Soviética y de Cuba. Tratar de imponer esa reforma mediante la Ley Habilitante no solo es inconstitucional, sino que abriría una crisis social y política de tal magnitud que podría comprometer las bases de sustentación de su gobierno. Maduro debe recordar que su legitimidad de origen es muy débil y que más de la mitad del país rechaza su liderazgo.

En algunos de mis artículos anteriores sostuve que en Venezuela los golpes de Estado se han producido por errores de la camarilla gobernante y no por acciones de la oposición. Ese axioma ha sido una constante en toda nuestra historia durante el siglo XX. Venezuela se encamina hacia una crisis de consecuencias impredecibles. De manera inexplicable, el Gobierno siembra el odio y la incertidumbre. Sorprendentemente, Nelson Merentes fue reemplazado por Rafael Ramírez en la vicepresidencia del área económica. Ya destruyó a Pdvsa. Ahora, lo hará con Venezuela. El Alto Mando Militar aplaudió con mucha fuerza el discurso de Maduro. Establecer el socialismo a rajatabla es inconstitucional. Recuerden que una de las obligaciones fundamentales de la Fuerza Armada es respetar y hacer respetar la Constitución Nacional.

fochoaantich@gmail.com

@FOchoaAntich


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