JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE | EL UNIVERSAL
El próximo 31 de diciembre se vence el plazo dado por la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, Lottt, en su disposición transitoria cuarta, para que las organizaciones sindicales del país adecuen sus estatutos a la nueva normativa laboral. Se trata éste de un imperativo que si bien no establece sanción alguna de manera expresa, ha dejado en el medio sindical un mal sabor de boca, muchas dudas sobre las intenciones del Gobierno con esta decisión de someter a una reforma obligatoria los estatutos de los sindicatos actualmente establecidos y, sobre todo, la sensación de que el futuro del movimiento sindical en Venezuela está más amenazado que nunca.
A quienes piensan así dentro del sector, no les faltan motivos para ello. Si bien, al principio de la década pasada, hubo un auge aparente de los sindicatos debido a la aparición de organizaciones nuevas que incluían la palabra bolivariano, socialista, o una combinación de ambas dentro del texto de su denominación, lo cierto del caso es que no ha habido un desarrollo cualitativo, real, del sindicalismo en nuestro país. Por el contrario, así como crecieron en número, las nuevas entidades sindicales se fueron esfumando una tras otra, como consecuencia de la inercia del propio sistema, que con el pasar del tiempo fue obstaculizando cada vez más su funcionamiento, hasta el punto que las trabas administrativas por parte de los funcionarios encargados de tramitar el papeleo, se convirtieron en verdaderos escollos burocráticos a la hora de permitir la continuación de las organizaciones que ya estaban operando, así como las nuevas en fase de constitución. Es así como mediante el mecanismo de las "observaciones caprichosas" y de las "subsanaciones insatisfechas", los funcionarios del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social en esta materia, y es que el pueblo lo puede todo cuando se manipula a través de la palabra, incluso convertirse en un ministerio, paralizan la continuidad de los sindicatos presentes y la creación de los futuros, lo que explicaría por qué desde hace unos dos años para acá, casi ningún sindicato nuevo presentado para su inscripción es autorizado.
Por esta razón hay quienes creen que esas "observaciones", pudieran ser también la piedra de tranca para impedir la renovación de todas las organizaciones sindicales actuales, las que con esta obligada reforma estatutaria se ponen a merced de la administración, corriendo el peligro de desaparecer en su intento de adecuarse o ajustarse a la nueva legislación laboral.
Los motivos que subyacen en todo esto y que significarían la abolición del sindicalismo como tal, con todo lo que ello significa, estarían en la necesidad de fortalecer la cogestión y los anunciados Consejos de Trabajadores, previstos en al Lottt, para ser desarrollados en una ley especial. Una estructura experimentada y ya superada en la vieja Europa, que en nuestro país, tenía en la legislación laboral anterior a Chávez, una tenue forma de expresión con la figura de la representación de los trabajadores en las juntas directivas de las empresas del Estado. Figura que nunca fue puesta en práctica por el régimen chavista y que de hecho desapareció en la Lottt.
Los sindicatos, las federaciones y confederaciones obreras son la forma y expresión más representativa y acabada de organización y lucha que pueden darse los trabajadores en una sociedad democrática y que la historia del movimiento sindical en el mundo está ligada, a raíz de la revolución industrial, a la defensa y reivindicación de derechos individuales y sociales que hoy están recogidos en la legislación laboral de los países y en los convenios internacionales que rigen la materia.
Para nadie es un secreto que el Estado es en Venezuela el mayor empleador que existe y que la contratación colectiva con el sector público ha prácticamente desaparecido, no obstante las veladas y, algunas más abiertas, manifestaciones de oposición sindical al Gobierno. Siendo así, es fácil comprender por qué los sindicatos de los trabajadores del Estado son aún un problema latente, sin resolver, y por qué los sindicatos son una piedra en el zapato del Estado venezolano desde que Chávez ganó las elecciones en 1998, no obstante los muchos intentos por debilitar el régimen sindical anterior y conformar uno nuevo, incluso creando artificialmente una confederación bolivariana de trabajadores que contrastara con la CTV adeco-copeyana del sistema bipartidista anterior.
Si bien el Art 95 de la Constitución Bolivariana de Venezuela prohíbe la intervención y disolución administrativa de las organizaciones sindicales, ya que como ocurre con cualquier forma de asociación civil solo pueden ser anuladas por vía judicial, el ultimátum dado por la Lottt, pone en alerta al movimiento sindical y gremial de todo el país, a partir del 1 de enero del año entrante.
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