No se espera una caída del mercado petrolero, al menos en el corto plazo
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Para quienes no están familiarizados con la palabra "Default", en el argot financiero significa la decisión de no honrar los compromisos de deuda a su vencimiento.
Cuando el mercado analiza la conveniencia de comprar bonos, considera la probabilidad de que el emisor esté dispuesto y en capacidad de pagar. El precio está ligado a la percepción de riesgo. Mientras más seguros están de que el emisor es serio y tiene capacidad de pago, el precio del bono es mayor y el rendimiento menor. Pero en la medida en que los compradores piensan que quien emite deuda está en problemas para pagar o puede intentar desconocer los pagos como una estrategia populista, el precio se desploma y los intereses que se deben pagar para que los tenedores mantengan esos bonos se disparan. Ésta es una explicación simple del concepto básico de las finanzas que indica que existe una relación inversa entre riesgo y rendimiento.
Pero la construcción de los precios de los bonos y sus rendimientos esperados están basados en percepciones del mercado, que si bien en la mayoría de los casos suelen ser buenas, también pueden equivocarse. Un caso patente es la deuda venezolana. Durante el gobierno de Chávez, el mercado sobrecastigó el precio de los bonos y le obligó a pagar altos rendimientos debido a la percepción negativa que generaba la revolución con sus acciones y discursos agresivos. Sin embargo, el país cumplió religiosamente todas sus deudas, intereses y capital y el tema de no pagar nunca estuvo en el debate político del Presidente, lo cual era un milagro porque él hablaba de todo, todo el tiempo. En un mundo caracterizado por bajísimos intereses, el pago de la deuda venezolana era gigante. Esa no era una buena noticia, sino mala porque el discurso radical del Gobierno elevaba el riesgo en la mente de los compradores y le obligaba a pagar al país mucho más que otros evidentemente en peores condiciones económicas y que habían sido irresponsables en sus pagos en el pasado, como Argentina.
Ocurrió entonces algo interesante. Mientras los compradores no especializados huían de la deuda venezolana, muchos fondos sofisticados compraban para elevar los rendimientos de sus inversiones, asumiendo que el riesgo real era menor que el percibido. Cuando esa idea se masificó, el precio se disparó y el mercado funcionó. Lamentablemente ocurrió en momentos en que el Gobierno no colocaba deuda y las ganancias se generaron en el mercado secundario. El régimen siguió pagando fortunas.
Pero la situación cambió recientemente para los tenedores de bonos nacionales. La muerte de Chávez, la debilidad inicial percibida en el gobierno de Maduro y ahora las condiciones de deterioro de la economía, especialmente en términos de sobrevaluación, déficit fiscal y la respuesta oficial débil, insuficiente, inadecuada y primitiva, pusieron nervioso al mercado y los inversionistas decidieron vender masivamente sus posiciones, derrumbando los precios. Es decir, el mercado se acerca a un punto en el que cree más probable que el Gobierno deshonrará su deuda y ya no es atraído por los altos rendimientos que esta ofrece.
La pregunta es: ¿tiene razón esta vez esa percepción o vuelve a equivocarse?
Miren que descaro. Yo que he criticado a los gobiernos por su mala maña de retar, siempre sin éxito, al mercado, estoy insinuando que los precios actuales de los bonos podrían reflejar un riesgo perceptual mayor que el real. Es decir, que el mercado no está calibrado, lo que podría representar una oportunidad para el comprador. En pocas palabras, que no creo en default, a menos que el Gobierno colapse por una caída en el mercado petrolero, algo que no se espera a corto plazo. Pero de eso hablaremos la próxima semana.
@luisvicenteleon
luisvicenteleon@gmail.com
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