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viernes, 7 de marzo de 2014

¡Esto es lo que Chávez nos dejó!. Por Agustín Blanco Muñoz


AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ | EL UNIVERSAL

A la pregunta de la periodista sobre el legado de Hugo Chávez señalamos que la respuesta inicial se evidencia en la violencia que se lanza hoy contra la protesta de calle que expresa el descontento de una sociedad que no logra las vías o posibilidades para salir de la difícil situación que prevalece hoy en este expaís.

Pero es necesario establecer que esta violencia seguirá a paso de vencimiento y destrucción, porque es algo consustancial al proceso tenido como revolucionario. Lo que HCh nos dejó tiene que ver con una maquinaria de guerra-violencia para apuntalar su revolución bolivariana y socialista. Una revolución, como todas, afecta a la fuerza, la imposición, la destrucción y el asesinato. Entender esto es indispensable para captar el contenido del cuadro histórico presente.

¿Y qué significa entonces esto que se nombra como revolución bolivariana y socialista del siglo XXI? Esta realidad, anunciada por HCh desde sus propios inicios como golpista-presidente, no ha sido captada ni aprehendida. Aquí se ha producido la aplicación de un plan-proyecto invasor, que se bautiza como revolución bolivariana y socialista del siglo XXI y cuyo primer objetivo es crear una instancia –Venecuba- para uso y disfrute exclusivo de los afectos a esa empresa.

Quien no se afilie a la misma será tenido como enemigo y sólo podrá sobrevivir ubicado al margen de la vida política que es exclusiva para los patriotas y revolucionarios. De allí el violento juramento: ¡No volverán! ¡No permitiremos que las fuerzas negativas vuelvan a gobernar el país!

Un proyecto que proclama la necesidad de romper con toda expresión capitalista, a pesar de que su principal ingreso proviene de la venta del petróleo a EEUU. Sin embargo, no hay claridad alguna sobre el modelo propuesto para sustituir esas relaciones de mercado.

En realidad, lo que hoy entendemos como marco capitalista luce agotado y situado en la base misma de la destrucción que vemos y sentimos. Y esta proposición del socialismo sin socialismo, que luego de casi un siglo de derrotas decide volver al capitalismo, no solo no nos inspira confianza sino que nos coloca al borde de la pérdida de toda perspectiva por nuestra falta de preparación para entender los retos de un tiempo de globalización que impone otras formas de pensar, actuar y producir con miras a innovar en el orden histórico.

Estamos ante una revolución pacífica pero armada, dispuesta a garantizar su continuidad y preservación, a través del arma del fraude electoral y si ésta falla, con el instrumento de la violencia abierta, la represión y la masacre. Ese es el momento que vivimos en la actualidad.

Pero a esto hay que agregar la presencia de una oposición oficialista dispuesta a negociar cuotas de poder con un gobierno que ha dejado en claro su carácter y condición dictatorial, dependiente y totalitario. Y con unas fuerzas armadas convertidas en una entidad para el sostenimiento de una revolución que no es.

A partir de la aplicación de ese armamento del provento petrolero vemos como se desmantela el cuerpo institucional que fue la base de un país y se pone al servicio de un programa político supuestamente revolucionario y socialista. Todos los poderes: legislativo, judicial, moral y electoral están supeditados al Ejecutivo que comparte el mando-poder con la fuerza de las armas.

En efecto, a la Fuerza Armada la vimos, primero como un apéndice del "proceso" y luego como mando que logra posiciones de poder. Estamos entonces frente a una revolución de la FA y de componentes civiles que la secundan, todo bajo la dirección del alto mando de Venecuba que encabezan los hermanos Castro y el G2.

Y con la inversión petrolera se creó la gran organización revolucionaria que es el PSUV que depende de su cúpula boliburguesa y todo un sistema de misiones para el reparto de las tarifas destinadas a la compra-venta de conciencias de y para la constitución de una militancia supuestamente revolucionaria y dispuesta a matarse en defensa de los ingresos que a manera de reivindicación le otorga la revolución.

Aquí no se puso a andar la producción para crear fuentes de trabajo. Se procedió a imponerle todos los gastos al petróleo y esto, unido a los altos robos que acomete la burocracia revolucionaria, ha llevado a este expaís a la peor situación económica y a soportar una de las deudas e inflación más altas del continente y el mundo, en términos reales y comparativos. Y a todo esto se agrega el reparto petrolero en el exterior como fórmula para negociar apoyo a esta revolución.

Y al lado de estas medidas para asegurar el mando-poder, se recrea y reestructura el contexto mítico-mágico-religioso sobre el cual debe operar el nuevo héroe-libertador-caudillo y salvador de la patria. Y a partir de lo expresado en este altar se arma la epopeya llamada a hacer de HCh el nuevo Libertador que nos dio, al fin, la independencia-libertad-patria.

Una posición y valores que jamás pueden perderse. Ese es el lineamiento establecido en el marco de "una revolución que es pacífica pero violenta, armada". Una revolución que debe ser defendida por sus instituciones, incluyendo las FA pero también por sus milicias y todo el pueblo al cual se le ha transferido poder. Por esto se debe observar que estamos en presencia de una potencia armada que corresponde al credo tantas veces difundido por el máximo dirigente de la revolución: para mí la política es una guerra. Y de allí deviene la confrontación y todos los estadios de la polarización.

Y en esta terrible encrucijada del vacío nos encontramos cuando vemos por nuestras calles a unos muchachos gritando "Maduro Vete Ya" o "Maduro Renuncia". También se hace saber que "Quien se cansa, pierde". Y se impone volver sobre el 2002: la petición de renuncia a HCh y el "¡Ni un paso atrás!"

Esto lleva al recuerdo de lo que escuchamos o gritamos hace medio siglo: "Rómulo Vete Ya" o "Renuncia Rómulo". Es la expresión de la misma historia que cambia un nombre por otro pero no el fondo. Por ello, hoy estamos ante un mando-poder con fuerzas armadas redimensionadas para mantener la revolución cualquiera sea la carga de violencia que haya que utilizar. Y es a la vez un contingente vuelto colectivo radicalizado, fanatizado y con poder de fuego para defender "su revolución".

En esta hora no es posible enfrentar ese poderío con formas de lucha que toman como arma central la violencia y que tienden a torpedear u obstaculizar las protestas estudiantiles que han contado con el apoyo del colectivo-pueblo y tienen ya un logro importante: haber impactado la opinión nacional e internacional en relación a la situación que se vive hoy en este expaís y crear un despertar que coloca al colectivo-pueblo en la vía de adquirir los instrumentos que le permitan luchar adecuadamente ante las actuales y duras circunstancias.

Mantenemos que sólo con un pueblo-colectivo con sus fuerzas organizadas y con objetivos muy bien definidos se podrá hacer frente a este régimen dictatorial-totalitario de destrucción, conducida hoy por el hijo de Chávez, que tiene en la violencia el mayor y mejor legado del padre, comandante y difunto presidente. ¡Qué historia amigos!

@ablancomunoz

abm333@gmail.com



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