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sábado, 5 de abril de 2014

Como Irene Sáez. Por Fausto Masó


Fausto Masó / El Nacional

Maduro le gana a Irene Sáez a la hora de perder popularidad: en unos días bajó cinco puntos. Espantado contempla el chavismo lo que le está ocurriendo con su supuesto máximo líder, teme hundirse con el inquilino de Miraflores. ¿Sobrevivirá el chavismo a Maduro? ¿Sobrevivirá Maduro? No se sabe.

Maduro no ha gobernado. Ha oscilado entre endurecer el control de precios, abrir relativamente el mercado y liberar el control de cambios. A última hora, con 12 meses de retraso, toma decisiones. Como hay una contradicción insalvable entre la Ley de Precios Justos y el Sicad II el gobierno quiere que las empresas bajo cuerda no le hagan caso a los controles de precios. Maduro sueña ahora con imitar el exitoso modelo chino y vietnamita: dictadura política y capitalismo salvaje.

Hasta ahora el mayor éxito de Maduro ha sido vender el cuento de su origen obrero; en realidad, su familia es de clase media. Vivía en una buena zona en un edificio cercano a la universidad frente a la iglesia de San Pedro. Su padre le regaló un Ford Fairlane; era un adeco que conspiró contra Pérez Jiménez y tuvo que exilarse a Bogotá; fue más tarde economista y fundador del MEP. Desde que estudiaba en el Liceo Urbaneja Archepohl Maduro perteneció a la izquierda. No llegó lejos en la Liga Socialista y en el movimiento sindical: entró al Metro cuando al irse de su casa necesitó trabajar. Pasó un año estudiando marxismo en La Habana gracias a que la Liga Socialista lo escogió al azar para ir a la isla de la felicidad. Los que estudian cine en Cuba no hacen películas y los que pasan por las escuelas de marxismo no aprenden nada útil.

Un fervor repentino llevó a Maduro a la gloria cuando visitó entusiasmado la cárcel de Yare. A él y a Cilia les sobraba lo que apreciaba el fallecido presidente, fe ciega en él. Chávez buscaba colaboradores libres de los hábitos burgueses, valoraba la falta de experiencia, no nombraba ministro al mejor economista, al urbanizador exitoso, al sanitarista con experiencia; quería destruir a la élite del país, y lo logró en parte. Terminó rodeado de viejos izquierdistas, guerrilleros que sacaba del olvido, jóvenes desconocidos, gente que creía en la revolución, que nunca pusieron en duda su proyecto de gobernar 30 años.

Nuestros dictadores y presidentes buscaron ministros brillantes. A Gómez lo rodeaba González Guinand, Gumersindo Torres, César Zumeta, José Gil Fortoul. A Eleazar López Contreras, Alberto Adriani, Enrique Tejera. A Isaías Medina Angarita, Arturo Uslar Pietri. Junto con Rómulo fundaron Acción Democrática Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Pérez Alfonzo, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto, jóvenes ambiciosos como Carlos Andrés Pérez; oradores brillantes pronto se incorporaron, como el mismo Domingo Alberto Rangel, autor de unas memorias imprescindibles para entender la historia de estos años. Caldera contó con un gran empresario, como Lorenzo Fernández. Progresamos tanto en el siglo XX porque supimos utilizar los recursos del petróleo para construir una sociedad moderna, tuvimos buenos gobiernos hasta cierto momento en que el país enloqueció y terminó votando por un golpista. Cualquier tiempo pasado fue mejor.

Nicolás Maduro logró una intimidad con el líder del 4-F a la que no llegaron ni José Vicente Rangel ni Alí Rodríguez. A Maduro lo ayudó no poseer la experiencia de Alí ni la de José Vicente, fue un libro en blanco para Chávez.

¿Es inminente la caída de Maduro? Deseos no preñan. La oposición todavía no es una mayoría abrumadora. No se trata de que los barrios o los militares le saquen las castañas del fuego al antichavismo, sino que este represente las aspiraciones y los ideales del pueblo...

Allende hasta el último momento preguntaba dónde estaba Pinochet, su general de confianza. Algo queda claro, Maduro se ocupa del Ejército, tanto que ya los militares son los que están en el poder. A última hora el sucesor de Chávez apuesta por aumentar la producción petrolera; no lo logrará de un día para otro.



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