"La protesta permanece, ya nadie se desmarca de ésta ni de un diálogo genuino"
CARLOS BLANCO | EL UNIVERSAL
El diálogo que no ha sido...
No hubo diálogo. Hubo debate y lo ganó ampliamente la representación opositora que asistió. Desde la elocuencia de Henry Ramos Allup hasta la parquedad documentada de Omar Barboza, que le dijo a Rafael Ramírez el tipo de fracaso monumental del cual era responsable. La gestualidad de los dueños del poder demostraba con profusión que sólo saben hablar en cadena cuando nadie los contradice o les responde, y que quedan colgados de sus frases hechas, refranerías y lugares comunes en el momento en que se requiere dialéctica argumental. No es que no saben hablar sino que no saben de qué ni cómo, cuando de debatir se trata.
El gobierno tuvo que aceptar esta situación porque está con el agua al cuello. La calle, la protesta encendida, lo obligó a buscar oxígeno con un diálogo que, hasta el momento, no es tal, aunque pudiera ocurrir en la medida en que se apuntara a resultados específicos como los que el movimiento estudiantil y diferentes voceros democráticos han planteado. Los del gobierno es claramente una patraña; dialogar implica negociar, ceder, cambiar, rectificar, sobre todo del lado de quienes ejercen el poder, y sus voceros ya han dicho que no están dispuestos a "ceder", y sólo han cedido -sentarse a un debate ante las cámaras de televisión- porque la calle los ha puesto en ese brete. Si este encuentro inicial se encaminara al diálogo no sería sobre la base de desmontar la protesta sino de acentuarla en los términos democráticos y no violentos que sus dirigentes han planteado; ya se sabe de sobra que al régimen se le obliga por la acción ciudadana y no por la potencia de los razonamientos, por más contundentes que sean.
El procerato rojo maniobra. Busca ganar tiempo para salirse de la asfixia que le han producido sus propios gases tóxicos, la represión y las muertes de las cuales es autor. Aparenta diálogo y busca que las diferencias en la oposición se transformen en división. Por tanto, resulta un contrasentido que algunos dirigentes opositores que asistieron al debate y que acusan a otros dirigentes de la oposición de ser los responsables, por radicales, de las protestas, no asuman que si así fuera, esos radicales les habrían permitido el escenario del debate que ganaron. Si María Corina, Leopoldo López, Antonio Ledezma y los demás dirigentes fuesen "los culpables" del levantamiento que hay en el país también lo serían de haber obligado al gobierno a sentarse con el otro sector de la oposición en cadena nacional, parte del cual ha condenado las protestas que despejaron el camino para decirle unas cuantas cosas a Maduro y su séquito.
Es claro que el gobierno y algunos miopes quieren que las diferencias en la oposición se transformen en ruptura entre los "sensatos" y los "exagerados". Sin duda, le haría más fácil al gobierno la represión contra los dirigentes de #lasalida, Leopoldo López y Voluntad Popular, María Corina y Antonio Ledezma, y también en contra de los estudiantes independientes y de los líderes populares que protestan, pero sería un negocio suicida; los "sensatos" quedarían sin base social significativa a merced del régimen que en ese preciso instante evaporaría estos amagos conversatorios. No hay que olvidar en estos días de abril lo que hizo Chávez después que los militares que le pidieron la renuncia -"la cual aceptó"- lo repusieron: diálogo y mareo, mareo y diálogo, hasta que se sintió fuerte y mandó todo al diablo. Luego de las elecciones municipales de diciembre pasado, hubo un par de reuniones con algunas intervenciones sólidas y otras lamentables, pero cuando el poder sintió que las piernas no le temblaban, volvió a las andadas hasta que la protesta iniciada el 12 de febrero le paró el trote.
La situación ahora es diferente. La protesta permanece, no hay dirigentes que se desmarquen abiertamente de ésta, no hay quienes se opongan a un diálogo genuino, existen exigencias compartidas y los resultados se verán en los próximos días.
LA DIVISIÓN DEL GOBIERNO. Las fisuras en el régimen florecen, son graves y crecientes. Las diferencias entre los miembros del cogobierno rojo se hacen cada vez más evidentes, especialmente entre Maduro y Cabello, en un pleito en el que el otro factor, el general Rodríguez Torres, se aleja unos centímetros para no ser salpicado. La intervención incoherente de Diosdado Cabello en la reunión comentada no refleja sólo un problema conceptual sino también político; posiblemente todos quieran impedir cualquier amago de diálogo, pero además el Capitán quiere sustraerle todo poder a Nicolás mediante el procedimiento de marcarle la pauta con medidas, desafíos y agresiones que no le consulta.
Esa división al interior del poder rojo aunque viene de lejos, de la decisión sucesoral que salvo Maduro todos sus pares consideran como absurda, se ha incrementado en la medida en que las bases chavistas y niveles importantes de la dirección media, muestran signos de impaciencia por la tragedia económica y la descomposición política. En los corrillos del poder se comentan, ya con algún descaro, las tratativas para que una transición que reemplace al que funge ahora de jefe se realice pronto dentro de los próceres rojos, hacia los más moderados, antes que el poder se desplace a los que consideran de "derecha", es decir, los opositores más firmes.
LA VERDAD ANDA EN COMISIÓN. La designación de la Comisión de la Verdad en la Asamblea es otro capítulo no por grotesco, menos importante dentro de las estratagemas oficiales. América Latina tiene experiencia en la materia. Una comisión de esa naturaleza no puede estar integrada por los victimarios y, sin duda, sus miembros deben llenar requisitos éticos para la sociedad en su conjunto. El proceso de establecer lo que se denomina "la verdad", requiere que las víctimas o sus relacionados hablen directamente; además, demanda el establecimiento de reparaciones, tanto simbólicas y morales, como pecuniarias y judiciales. Su nacimiento y desarrollo es en extremo complejo y no puede ser decidida ni su composición ni su operación por uno de los principales inspiradores de las agresiones perpetradas contra los demócratas.
LA PRUEBA. La prueba de todo este proceso se medirá en resultados. Así como el gobierno tuvo que buscar un burladero para aparentar diálogo, en el cual salió corneado, así buscará otros. Por esta razón los motivos de la protesta nacional en marcha se mantienen. La necesidad del reemplazo constitucional del régimen se mantiene. El papel de los dirigentes políticos y de los estudiantes que así piensan es sólido. De todos modos, ahora que los dirigentes democráticos, tanto los que las apoyaban como los que se les oponían respaldan las protestas, se puede decir que la agenda de demandas al gobierno se ha vuelto compartida hoy por toda la oposición. La unidad tiene extrañas formas de florecer, pero florece.
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