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domingo, 24 de agosto de 2014

Chavismo, mercado y delito. Por Alejandro Tagliavini


Alejandro Tagliavini / El Nacional

El heredero de Chávez, nuevo presidente del partido oficialista, aseguró: “Vamos a (…) radicalizar la revolución”. Algunas medidas, según Ecoanalítica, serán la unificación de los tipos de cambio -el Estado monopoliza la compraventa de moneda existiendo tres precios para el dólar-, la legalización del mercado paralelo de divisas, la flexibilización de los controles de precios, el incremento de la producción petrolera entre Pdvsa y socios, el aumento de las tasas y la reducción del financiamiento del BCV a las empresas públicas.

No se ve la retórica de endurecer el socialismo. Pero la medida destacada es el aumento de la gasolina luego de una consulta pública por temor a un “Caracazo” como el de 1989, con cientos de muertos, tras el paquetazo de Carlos Andrés Pérez y el aumento de las tarifas del transporte.

El Estado debe lidiar con las mafias que contrabandean combustible hacia Colombia. La gasolina subsidiada por el Gobierno, resulta un gran negocio contrabandearla hacia otros mercados. Esto muestra cómo el delito, al igual que todo en el mercado natural, responde a la oferta y demanda: mientras el “crimen” suponga grandes ganancias en contraste con la marginalidad de muchos, seguirá existiendo y la muerte o cárcel de un delincuente solo provocará su reemplazo por otro.

La marginalidad, la pobreza y desocupación no pueden ser naturales en un mundo donde hay tanto para hacer, sino que es provocada por coaccionadas desviaciones de la naturaleza como las leyes de salario mínimo que dejan desocupados, dentro del mercado “formal”, a los que ganarían menos.

La violencia de arriba -la represión, las imposiciones coactivas del Estado- engendra la violencia de abajo. Entonces, para detener al delito debe desarmarse la violencia de arriba. Pero hay quienes no entienden la naturaleza del mercado y, por tanto, creen que “la violencia puede detenerse con violencia”, con más represión.



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